Portada 3

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lunes, 27 de enero de 2014

Fados, de Carlos Saura


Durante unos años fui ayudante de mezclas en un mítico estudio de post producción cinematográfica de Madrid: estudios Exa. El trabajo consistía, básicamente, en configurar la mesa de mezclas para el trabajo y equipar la sala del material necesario para que el mezclador solo se ocupara de hacer su trabajo. Había más cosas que hacer, pero ya se verá en otro post. En este estudio, que comenzó su actividad allá por los años 50 del siglo pasado, me he encontrado en la sala de mezclas o por los pasillos a gente como José Luis Cuerda, Rodrigo Cortés, Andrés Calamaro, Jaime de Armiñán, Agustín Almodóvar o Maribel Verdú, un largo y extenso etcétera...

                                                     

En una de estas ocasiones me tocó trabajar con la película
Fados de Carlos Saura. Por motivos que no vienen al caso, la producción se estaba llevando a cabo el Portugal, como es lógico, pero el último paso de la película se realizó en Madrid. Además en esta breve aventura el mezclador fue Alfonso Pino, un señor que acumula premios Goya al mejor sonido como el Real Madrid copas de Europa, así que ahí estaba yo, en mi rinconcito de la sala, con mis hojas donde apuntar cualquier incidencia y mi TC 6000 -generador de efectos- mientras el señor Pino y los montadores de sonido portugueses ultimaban la película, con Carlos Saura al fondo de la sala sin parar de sacar fotos con su cámara.

                                                          


Ya hablaremos de todo esto en otra ocasión. Todo esto viene a cuento por mi descubrimiento del fado. Sí, sabía que existía, que
Amália Rodrigues es una de las figuras más importantes, pero la verdad es que a este lado de la península solemos ignorar aquello que ocurre en su zona occidental, en todos sus aspectos. La película de Saura, como sabrán, es una sucesión de 20 fados con diversos cantantes, músicos y ambientes con unas cuidadas imágenes haciendo del film una revisión del estilo musical portugués desde lo más clásico hasta versiones modernas rozando el pop pasado por el hip hop.

De todos aquellos fadistas que descubrí me llamaron la atención sobre todo Mariza, Camané, Carlos do Carmo, Cuca RosetaChico Buarque y Argentina Santos. La
belleza de las voces, la mezcla de ritmos, las cuidadas imágenes, la plasticidad de las coreografías hace de Fados un film musical donde se junta la saudade portuguesa, los sentimientos del país vecino, mezclados con América y África. Toda una experiencia para cualquier melómano. El flamenco y el fado se encuentran en las voces de Miguel Poveda y Mariza con el impresionante Meu fado meu. La película casi de despide con este monumental Casa de fados.

Los estudios Exa desgraciadamente ya no existen, quedan para siempre los trabajos allí hechos. Fados fue uno más de los históricos allí sonorizados. Personalmente quedará la satisfacción de verse, modestamente, en los títulos de crédito de aquellas películas en las que participé. Fue un honor trabajar en este histórico estudio, los compañeros que tuve y los proyectos en los que trabajé.


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