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viernes, 21 de septiembre de 2018

Las obras del Bernabéu y la Asamblea de Socios Compromisarios


El próximo domingo se celebrará la Asamblea de Socios Compromisarios del Real Madrid. Hace unos días saltó la sorpresa al conocerse que el actual Presidente y su Junta Directiva pedirán permiso en esta convocatoria, como obligan los estatutos, para endeudar al club durante los próximos treinta años por un importe de 575 millones de euros para financiar las obras de remodelación del estadio Santiago Bernabéu. Ya saben, se trata de la faraónica obra que pretende envolver de una capa metálica su actual fachada y además techar el campo. Esta nueva transformación del coliseo del Paseo de la Castellana es una promesa incumplida por el señor Pérez desde el año 2004. Una vez que ha fallado el plan de encontrar la financiación necesaria a cambio de patrocinar el nombre oficial del estadio, el sr. Pérez pretende costear las obras directamente con el patrimonio del Club.

Lo primero que llama la atención ha sido el hecho de que la Junta Directiva pida permiso sólo a los socios compromisarios, miembros de una asamblea que salió de las elecciones celebradas en 2016. Hablamos de un proceso electoral en el que el censo de los millares era denegado a los candidatos, donde para ejercer el derecho al voto por correo se exigía un aval notarial que suponía adelantar 100 euros del propio bolsillo del votante. Por todo ello, todos los socios del Real Madrid, no sólo los compromisarios, auténticos dueños del club según las propias palabras del sr. Pérez, deberían decidir si el club debe meterse en este berenjenal o no.

                                                     


Hay quién ve en esta nueva actuación la continuación en el devenir histórico del club desde los tiempos de Bernabéu. Vayamos por partes. Don Santiago, cuando accedió a la presidencia del Real Madrid, se encontró con el estadio de Chamartín prácticamente derruido después de la Guerra Civil, un campo de unos 15.000 espectadores creado para acoger a los aficionados que fueron testigos del paso del fútbol amateur al profesional. Convertir las cenizas este viejo y querido campo en otro completamente nuevo, moderno y con capacidad de 120.000 espectadores y además convencer a los propios socios de que financien la obra es una clara muestra de liderazgo, de visión de futuro y de servicio al club.

En cambio, el sr. Pérez quiere emprender una obra faraónica y gastar una barbaridad de dinero, en lugar de hacerlo en fichajes o invertirlo en la cantera, para convertir un estadio que ya tiene todas las comodidades y es considerado 5 estrellas por la UEFA en otro muy distinto donde tendrán cabida aquellos que en lugar de ver fútbol, se pasan el partido haciéndose autorretratos y subirlos a Instagram, donde el socio de a pie cada vez pinta menos y todo ello, por supuesto, sin aumentar el aforo ni un solo asiento. Por tanto, esta reforma no es obra de un adelantado a su tiempo, ni de un líder sino de alguien que pretende pasar a la posteridad como
yo fui el que lo hizo, por su ego mayúsculo, por culto a su personalidad. No se trata de caer en el inmovilismo, nadie se niega a actualizar o a modernizar su propia casa, pero 50 o 100 millones de euros dan para hacer muchas cosas.

El domingo por la mañana podremos ver cómo discurre la Asamblea a través de los medios de comunicación... no oficiales, claro. El socio del Real Madrid se pregunta para qué tenemos un canal de televisión en la TDT. En anteriores asambleas, Real Madrid Televisión retransmitió única y exclusivamente el discurso del presidente dejando fuera de la emisión las intervenciones de los socios, para a continuación programar un partido del equipo alevín o del cadete, curiosa manera de silenciar la opinión del socio de a pie. Veremos qué pasa, pero desde este foro se pide que la consulta se amplíe a toda la masa social y que este voto sea negativo al endeudamiento salvaje, para que el Madrid sea de sus socios, para que el estadio Santiago Bernabéu siga siendo la casa del madridismo, para que el Real Madrid continúe invirtiendo sus recursos para seguir teniendo la mejor cantera y el mejor proyecto deportivo.











lunes, 3 de septiembre de 2018

Algo más que el viaje de Nisha


Uno sale del cine pensado si este no es otro caso de mala elección a la hora de titular una película, ya que la traducción literal al castellano del noruego Hva vil volk sería: lo que dirá la gente. Es posible que el espectador, al ver los anuncios del film, crea que va a ver una encantadora road movie oriental, pero nada más lejos de la realidad.

                                                      


El viaje de Nisha es la recreación, dramatizada convenientemente, de la experiencia personal de Iram Haq, directora de la cinta. Más allá del choque cultural, que lo hay, estamos delante de una película de conflicto generacional. Amir, el padre de Nisha, vive más preocupado de ser socialmente aceptado por su comunidad que de la felicidad de su propia familia. Así, el círculo vicioso de los miserables, de los pobres de espíritu y de los cortos de miras se alimenta a sí mismo bajo la premisa de las leyes de la ortodoxia de los necios: es más importante que los vecinos nos sigan saludando por la calle que nuestra hija tenga una vida plena de acuerdo al lugar donde vive.

De nacionalidad noruega, alemana y sueca, El viaje de Nisha nos enfrenta a un buen drama sostenido por un grupo de jóvenes actores. Maria Mozhdah, (Nisha) debuta en la gran pantalla con nota; Rohit Saraf (Amir) y Ali Arfan (Asif) dan la réplica a los veteranos Adil Hussain (For real, Lesson in forgetting, El fundamentalista reciente, The Xpose) y Ekavali Khanna, experta actriz de Bollywood. Aunque esta película fue producida en 2017, se ha estrenado en España el pasado 17 de agosto.