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martes, 30 de agosto de 2016

Jim Jarmush y el sueño de los justos, un libro de Breixo Viejo


Esos locales tan denostados hoy en día, las librerías, ofrecen oportunidades para el lector a veces inesperadas. Como se describe en la introducción de Jim Jarmush y el sueño de los justos, no existen, al menos no se encuentran libros dedicados a la figura del director norteamericano. Esta obra de Breixo Viejo presume de ser la primera obra escrita en castellano sobre Jarmush y de estar entre las cinco primeras del mundo. Conviene señalar que la primera edición de este libro fue publicada en 2001 y cubre la filmografía del director hasta Ghost Dog: El camino del samurai.

                                                      



Luego de poner en contexto el inicio de la carrera de Jarmush tanto en su tiempo histórico como artístico y de definir
la delgada línea que separa al cine (in)dependiente del que no lo es, Viejo mete el cuchillo y destripa las razones de la particular narrativa jarmushiana, desde la distancia con el planteamiento clásico de presentación, nudo y desenlace hasta los conflictos que se desarrollan en sus películas, pasando por la relación de Jarmush con su país. Como es lógico ante cintas estrenadas hace tanto tiempo, el argumento de las películas es contado al detalle, mejor saberlo si el posible lector aprovecha para ver por primera vez aquel título que se perdió en su día en una plataforma de video bajo demanda o en DVD.

Sobre el libro en sí mismo, hay que decir que está escrito de manera impecable. Si bien es cierto que se pasa de un capítulo a otro con fluidez, a veces el texto adquiere una densidad que llevó a este bloguero a recordar
aquellas lecturas universitarias de Santos Zunzunegui, excelsas, pero similares a intentar hincar el diente a un solomillo congelado. En todo caso, el libro de Breixo Viejo es recomendable. Y como dice en su prólogo, un director de la talla e influencia de Jarmush merece más literatura dedicada a su cine. Entren en una librería y busquen, es posible que se lleven alguna sorpresa como la que hoy nos ocupa.









lunes, 22 de agosto de 2016

Una nueva Liga, viejos abusos


Este pasado fin de semana ha comenzado un nueva Liga, hay equipos que se asoman por primera vez a la máxima categoría como es el caso del Leganés, otros parecen consolidarse, como el Eibar y otros seguramente se distanciarán enseguida del resto en su particular lucha por el título de campeón, pero como siempre el aficionado va a seguir aguantando abusos.

La temporada 2016-17 presenta la principal novedad de
jugar los sábados -día laboral a todos los efectos- a las 13:00 horas, además de continuar con los horarios de las 20:45 y 22:00 los viernes, lo mismo que el lunes, al menos en la primera jornada. Bien, se pueden alegar que es lo que hay, otros campeonatos europeos hacen lo mismo y hay que competir por aquello que llaman mercado. Lo que nunca se dice es que en otros países tienen otros horarios y costumbres muy diferentes a las españolas, lo que tampoco se subraya es que, salvo en Inglaterra, los aficionados de las principales ligas de Europa pagan bastante menos dinero que los españoles y que en otros campeonatos continentales saben los horarios de los partidos con la suficiente antelación como planear otras cosas sin importancia como es la vida familiar. A todo esto se suma el agravante de tener que pagar por adelantado los abonos con lo que el aficionado, cada vez más perplejo, indefenso -incluso por su propio club- y desanimado, se ve ante la situación de tener que anticipar un buen dinero sin saber si va a poder asistir a los partidos que paga con la única respuesta a cambio de si no te gusta, ya sabes.

                                                           



Esto en cuanto a los aficionados, pero ¿qué ocurre con los futbolistas? A partir de este pasado fin de semana se enfrentan a una temporada de 10 meses de competición continua, salvo el parón previsto en Navidad. Sumemos la pretemporada, competición europea, Copa del Rey y por supuesto los entrenamientos y los viajes, muchos de ellos con cambio de huso horario incluido. De esta manera queda
un calendario saturado de fútbol, las semanas con partidos europeos o jornada de Liga entre semana suponen un partido diario de lunes a domingo, es decir: negocio.

¿Qué hay de las personas, de los futbolistas, del espíritu deportivo en definitiva? ¿Tan difícil sería reducir la 1ª División a 18 equipos? ¿De verdad no es viable un calendario de Liga de septiembre a mayo, sin partidos entre semana? ¿No sería más interesante una Copa del Rey a único partido en vez de eliminatoria a ida y vuelta? Menos fútbol no es sinónimo de un juego de inferior calidad, todo lo contrario. Menos fútbol y con horarios más razonables sería
un gesto de respeto hacia el aficionado que seguirá al pie del cañón el día que las estrellas, las cámaras y las audiencias desaparezcan de los estadios después de haber quemado este deporte.








martes, 16 de agosto de 2016

Vuelve el Trofeo Santiago Bernabéu


Este foro no es partidario del actual Presidente del Real Madrid ni de su Junta Directiva, pero es justo reconocer lo que se hace bien. Conviene señalarlo, hoy se disputa el Trofeo Santiago Bernabéu, es algo que demanda la mayoría de la masa social del Real Madrid y este año se ha llevado a cabo. No vamos a entrar en el nivel del equipo invitado, el histórico Stade Reims, ni la hora del partido, las 22:30, aunque coincidiendo con la fecha de las eliminatorias previas de la Copa de Europa que también se disputan hoy, es posible que no haya otra opción. Es, por tanto, un día para hacer club, supone la vuelta a casa después de casi tres meses de ausencia y tan solo unos días antes del comienzo de la Liga 2016-17.

                                                         



Hoy este torneo se celebra en pleno verano, anteriormente asistir al Trofeo Bernabéu era sinónimo de septiembre, del final de las vacaciones y de la vuelta a las obligaciones cotidianas. Qué tiempos aquellos cuando
tres de los mejores equipos del mundo -uno de ellos era al menos campeón de Europa- venían a disputar este campeonato cuadrangular acompañados de sus respectivos equipos juveniles, quienes jugaban inmediatamente antes que sus mayores en el estadio de Chamartín. Cómo olvidar las conflictivas visitas del Bayern de Múnich, la condena de padecer al Milan en los años 80 también en los amistosos, la eterna tanda del penalties contra el Inter de Milán dónde fue aclamado Claudemir Vítor, el partidazo que se marcó el Palmeiras, la decepcionante visita de La Portuguesa brasileña donde militaba el también más que discreto Rodrigo quien, estando fichado, jamás llegó a vestir la camiseta del Madrid, el triunfo de los Pumas de México, entrenados por Hugo Sánchez o el ya reciente homenaje a Raúl aprovechando la visita del Al Sadd catarí... para arreglar la chapuza de la triste despedida del mito.

En fin, el madridismo militante está de enhorabuena,
hoy hay partido en Chamartín, por fin podremos ver a Asensio vestido de blanco, ahora le toca a él aprovechar la oportunidad, lo mismo ocurre con el felizmente repescado Morata, a quien corresponde devolver la confianza depositada. Veremos qué pasa hasta el 31 de agosto y si al final el Madrid es sancionado sin la posibilidad de fichar. Esta es otra cuestión, hoy sólo fútbol, por favor.


jueves, 11 de agosto de 2016

Ver la Supercopa en el aeropuerto


No, no se crean que fue por un viaje personal a un paradisiaco destino sino para acompañar a un familiar que, como los Mundiales, sólo vuelve a casa cada cuatro años. Así, entre colas para hacer la facturación del equipaje y mientras hacíamos tiempo para el embarque y la despedida, nos acercamos a una cafetería del aeropuerto para tomar algo. El local, por el nombre que luce, parece una franquicia de una conocida marca de cerveza muy arraigada en Madrid y dispone de numerosas y enormes pantallas donde llegada la hora, sintonizaron la transmisión de la Supercopa de Europa.

Llamó la atención, mucho y para bien, la cantidad de jugadores jóvenes y españoles que alineó
Zidane de inicio en el Real Madrid. Evidentemente las circunstancias mandan y lo normal es que no se repita mucho este equipo, pero reconforta ver cómo se consolida Lucas Vázquez, cómo Asensio se está ganando el dorsal que no tenía hace justo un mes, da mucha seguridad ver a Kiko Casilla en la portería en ausencia de Navas, da mucha alegría ver a Carvajal corriendo la banda como si no hubiera un mañana. El partido, para la altura de la pretemporada en la que nos encontramos y teniendo en cuenta que hace apenas unas semanas todavía se estaba jugando la Eurocopa, no estuvo mal. Hubo mucha emoción, buenas ráfagas de buen juego y auténticos golazos.

                                                          



Volviendo al bar de aeropuerto, ahí se concentraron
aficionados de buena parte del mundo, miembros de la tripulación de los aviones que tomaban un refrigerio antes de partir y algún que otro despistado que pasaba de todo y sólo prestaba atención a su teléfono inteligente. Predominaban los aficionados madridistas por los gestos de decepción cuando el Sevilla empató a uno y cuando árbitro señaló el penalty a favor del equipo andaluz, algunos incluso lucían camisetas o gorras del Madrid recientemente adquiridas en su visita al Foro.

Todos ellos miraban absortos a las pantallas dispuestas en todos los ángulos del bar para que nadie se quedara sin posibilidad de ver el partido, cuando de pronto
me fijé en las fotos que decoran la única pared del local: todas hacían referencia a la cerveza y su fabricación, pero en una de ellas se ve a un grupo numeroso de hombres trajeados, sentados alrededor de unas cuantas mesas. Distinguí que quien aparecía en primer plano es Ignacio Zoco, a su izquierda estaba Antonio Calderón y a sus espaldas estaba Ramón Grosso. Parecía ser una instantánea de una concentración o el intervalo de un viaje del Madrid de la época. Después de apartar mi vista de la foto, volví la mirada a todos esos madridistas llegados desde los cuatro puntos cardinales y me pregunté a mí mismo si alguno de ellos se había fijado en la foto y si sabían quiénes eran estos tres mitos del madridismo. Supongo que el fútbol moderno es lo que tiene, el rabioso presente y nada o poco más.






martes, 2 de agosto de 2016

Blade Runner, de Ridley Scott


Es verano, tiempo de descanso para el que pueda disfrutarlo o bien tiempo en el que el pistón laboral presume de bajar de revoluciones. Son, por tanto, días para recuperar lecturas abandonadas o para volver a ver películas clásicas que tenemos pendientes de volver a ver. En este caso, le ha tocado el turno a Blade Runner, en su remasterización de 2007.

A veces se abordan estos clásicos con temor a que el tiempo haya pasado mal por ellos o que la opinión que teníamos haya cambiado con el paso de las hojas del calendario. En general, no ha sido el caso de esta película,
Blade Runner sigue siendo una película inquietante, sórdida, despiadada, emocionante y además sigue planteando los mismos dilemas: ¿en qué lado está el mal, en el de los replicantes o en el de Deckard?, ¿hasta dónde pueden llegar los avances de la ciencia y de la técnica?, ¿tendríamos derecho los humanos a crear unos seres prácticamente iguales a nosotros y concederles tan solo cuatro años de vida?, ¿aprovechamos el tiempo vital como deberíamos?

Rodada en 1982,
llega a ser estremecedora la visión que muestra Blade Runner de cómo sería la vida en 2019, tan solo 37 años después: coches voladores, ciudades condenadas a la lluvia incesante, una Humanidad ya ubicada en otros planetas. Es necesario reconocer la creatividad empeñada en esta visión futurista del mundo, quién sabe, igual Philip K. Dick, Hampton Francher y David Peoples, creadores de esta historia, se quedaron cortos tan solo unos pocos años.

                                                          



Donde se nota que
han pasado los años en Blade Runner es en ciertos detalles de la ambientación, como las pantallas de los coches voladores que parecen sacadas de un prototipo de videojuego de salón recreativo, pero sobre todo el tiempo se nota en la ambientación musical de Vangelis. Si bien es cierto que una película es hija de su tiempo, los sintetizadores quedaron en los 80 y mal remedio tiene esto. También hay un detalle que con los años quien esto escribe no ha llegado a comprender: ¿por qué Batty se traspasa la mano con el clavo?

Respecto al reparto, da gusto volver a escuchar cómo
Harrison Ford y Rutger Hauer resuelven los diálogos, alguno de ellos inolvidables, huelga hablar más sobre ellos. Otro aspecto a destacar, son los secundarios, siempre hay un detalle a descubrir en ellos: Joe Turkel, el inquietante Dr. Eldon Tyrell, de asombroso parecido a Lou Reed, con ese aire de grandeza propia de los esclavistas del siglo XIX; el prematuramente envejecido J.F. Sebastian -William Sanderson- y sus terroríficas criaturas de compañía apiladas en el museo de los horrores que es su casa; la inolvidable replicante Zhora (Joanna Cassidy), breve en su participación, pero intensa como pocas; los saltos y caretos desencajados de Daryl Hannah; los inmensos ojos llorosos de Sean Young cuando descubre su destino...

Una vez dicho todo esto, uno se pregunta
si es realmente necesaria la secuela, según las últimas noticias va a ser cronológicamente así ya que en un principio se hablaba de remake, que está prevista rodar el año que viene. Parece que el propio Ridley Scott ha dicho que el guión de esta continuación es el mejor que ha leído nunca. Ya lo veremos, a veces es mejor dejar las cosas como están... Blade Runner, todo un clásico del cine.