Portada 3

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lunes, 25 de diciembre de 2017

Cuento de Navidad: el patio de James Stewart


La fachada de mi casa da a un gran patio de luces. Es grande en tamaño no en belleza. Al fin y al cabo, qué vistas se pueden tener en una ciudad que no sea otro edificio, sólo unos pocos pueden tener enfrente un parque o jardines cuando vives en una urbe. Otra de las particularidades que tiene este patio de luces es que a nivel del suelo está lo que antiguamente debía ser una pequeña fábrica o factoría industrial, de lo que da fe la altísima chimenea que debía actuar como salida de humos. La noche que visité mi futura casa antes de formalizar mi entrada en ella no reparé en tan soviético detalle simplemente porque no lo vi en la oscuridad, pero lo cierto es que superada la sorpresa inicial, uno se acostumbra a la presencia de la oxidada torre, echándole imaginación uno puede llegar a pensar que se trata de un tótem prehistórico, aunque sea de aluminio.

                                                          


Las faenas cotidianas del hogar te pueden llegar a hacerte creer que eres James Stewart en La ventana indiscreta mientras, por ejemplo, cuelgas la colada en el patio. Involuntariamente a la vez que pones las pinzas sobre la ropa mojada en la cuerda, miras a las casas que cierran el amplio espacio del patio: puedes ver a una pareja joven arrullada en el sofá mientras ven su serie favorita, a una familia entera saliendo a la terraza para refrescarse cuando el umbral de la sombra del sol despiadado del verano alcanza su piso, llegan ecos de las risas de las reuniones de amigos los viernes por la noche, señoras solitarias que dan de comer a sus mascotas, sonidos procedentes de transistores lejanos de locutores pelmas o de canciones muy antiguas prácticamente olvidadas, luces que se apagan anunciando la llegada del descanso reparador para afrontar la nueva jornada.

Hoy ha amanecido con el cielo plomizo, hace un frío pelón y húmedo que cala en los huesos, propio del invierno recién estrenado. El patio muestra una inusitada pereza siendo lunes. Todas las ventanas están cerradas, pero las cortinas reflejan en los cristales la ilusión de los niños, la soledad de los mayores, los abrazos de los recién llegados tras un largo viaje. Esta vez soy yo quien pone la banda sonora en el patio, con el volumen bajo, para que llegue sólo el susurro a los demás, mientras termino las labores cotidianas en la terraza. Al mismo tiempo, siento que me invade el sentimiento de James Stewart.







martes, 19 de diciembre de 2017

Dear December, nuevo álbum de The Minus 5


Hace tan solo unos días que se ha publicado el nuevo disco de The Minus 5, Dear December, ya a la venta en portales digitales y en CD y vinilo a través de su página web. 11 canciones completan Dear December, en las que hay un poco de todo, rock, garaje. Aquí viene un pequeño repaso por todas ellas.

                                                       


New Christmas Hymn, canción de apertura, es la más pop del disco, ritmo pegadizo. When Christmas hurts you this way es una emotiva balada, con un precioso slide acompañando a la no menos chula voz de Scott McCaughey. See you in December, la más garaje y cañera ¿podemos clasificarla como country punk? Seguramente sí.Festival of Lights (Hanukkah Song) luminoso corte, como la celebración judía que alude el título. Johnny Tannenbaum aporta unos coros muy años 60, reminiscencias del sonido teenager. Con The Fourth Noel, los Minus se suben al piano y se ponen serios. Merry Christmas Mr. Gulp Gulp recuerda al sonido Spector también de los 60. Your Christmas Whiskey vuelve a mostrar el lado pop de los Minus. I See Angels y Yule Tide Me Over son quizá la canción más prescindible del disco. I Still believe in New Year's Eve cierra Dear December al ritmo marcial de su batería acompañado de frenéticos riffs de guitarra.

                                                         


Sin embargo, la buena noticia del lanzamiento del disco se vio empañada hace justo un mes cuando llegó la triste noticia:
Scott McCaughey había sufrido un derrame cerebral justo cuando The Minus 5 acompañaban a Alejandro Escovedo de gira por la costa Oeste de EE.UU. A través de las redes sociales de The Minus Five Mary Winzig, esposa de McCaughey, va informando de cómo va progresando el guitarrista. Sigue abierta una campaña para recolectar fondos con la finalidad de costear el carísimo tratamiento y rehabilitación que debe seguir el músico para recuperarse. Aparte, han facilitado una dirección postal para todo aquel que quiera escribir a Scott McCaughey para mandarle ánimos:

Scott McCaughey
PO Box 11500
Portland, OR 97211

Seguro que si usted ha llegado a leer estas líneas tiene motivos de sobra para ponerle unas letras al enfermo: aquel concierto, ese disco firmado, esa franca sonrisa bajo la gorra y la blanca melena... Cualquier muestra de aliento, por pequeña que sea, es siempre bienvenida. ¡Larga vida a Scott the Hoople!









domingo, 10 de diciembre de 2017

Punk, pero ¿qué punk?, editado por La Fonoteca


Aunque fue publicado hace ya casi dos años por La Fonoteca, el libro Punk, pero ¿qué punk? no ha perdido ni un ápice de interés en su lectura, si acaso habrá podido quedar fuera alguna nueva banda que haya nacido después de principios de 2016, pero la auto proclamada guía incompleta del punk nacional, escrita por Tomás González Lezana, al contrario de lo que predica, pasa por ser la obra de consulta definitiva sobre el punk hecho en casa.

Ya desde la introducción a cargo de Elena López Aguirre, ex bajista de
Potato, de Roberto Moso, cantante de Zaramay quién hizo de hilo conductor en este interesante documental y del dibujante de cómic Carlos Azagra, el lector queda avisado: lo que viene a partir de ahí es una crónica exhaustiva del movimiento punk hecho desde cualquier rincón de España. El trabajo de documentación es completísimo y abrumador, no hay personaje, miembro de cualquier grupo, concierto donde algo interesante pasó que no quede reflejado en su particular historia.

                                                          

Luego de un extenso repaso por el denominado Rock Radical Vasco y la Euskadi Tropical, Tomás González Lezana nos lleva de la mano a la Barcelona de la Banda Trapera del Río, de Decibelios, de L'Odi Social; a un Madrid dónde no todo eran los grupos de la Movida en el panorama musical, donde Manolo UVI hizo de hilo conductor entre los grupos madrileños y los radicados en el País Vasco y Cataluña. Hace también el autor un amplio recuento de las bandas Oi!, de aquellas que siguieron la senda de los Ramones, incluidos Los Nikis, claro que sí y por supuesto del punk hecho en Canarias, Andalucía...

Aunque
Punk, pero ¿qué punk? en su relato llega hasta casi nuestros días, sobre todo cuenta la influencia política y social en el punk de las décadas de los años 80 y 90 en nuestro país. Aquellos fueron tiempos violentos y conflictivos que tuvieron su respuesta musical de disconformidad con lo que el sistema ofrecía a la juventud de entonces. Bastaba con tener instrumentos, ganas de tocar, tener una historia que contar y una actitud provocativa. El resto era grabar casetes y venderlas por los bares, aparecer en fanzines, tocar en locales okupados, el boca a boca... En un país en donde todo estaba por hacer, la industria musical y la organización de conciertos no estaban al margen. Hoy en día puede sorprender en qué condiciones se celebraban conciertos en aquellos años, pero basta con leer los innumerables testimonios que aparecen en el libro para ver cómo se hacían algunas cosas en los tan añorados años 80.

Recuerdos de bandas, de músicos que ya desaparecieron, de una época contextualizada en unas circunstancias difíciles de repetir, nostalgia de un tiempo en que el 'háztelo tú mismo' era posible. Punk, pero ¿qué punk?es otro ejemplo del estupendo trabajo que hace (en libros y discos) La Fonoteca para conservar la memoria musical, y por tanto cultural, de nuestro país.