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domingo, 17 de agosto de 2014

La solidaridad ciclista


Queridos amigos, hoy pretendía hablarles de los malditos horarios de los partidos de fútbol en vista de la próxima Supercopa de España y comienzo de la Liga durante esta semana y el próximo fin de semana, pero entre que mi equipo, el Real Madrid, siempre ha sido un privilegiado en estos aspectos y que esta mañana me he reencontrado con una forma de solidaridad y amabilidad que hacía mucho tiempo no encontraba, me han hecho cambiar mis intenciones.

                                                         
                               italia.it

Hace unos veinticinco años o más, quien esto escribe solía coger la bicicleta de carreras de su padre para
salir los fines de semana o durante el verano por las carreteras que unen los pueblos de la sierra de Madrid. Mientras rodaba por los arcenes de las carreteras era muy frecuente encontrarte con cicloturistas bien en el mismo sentido o bien circulando por el contrario. La tradición dictaba una ley no escrita que invitaba a la cortesía, al saludo según te cruzas con el otro ciclista, a parar si ves a alguien con algún apuro, acercar tu bidón de agua al que no tenía y compartir tu refrigerio con el que nada llevaba durante la salida.

Desgraciadamente para mí, he andado alejado del mundo cicloturista durante muchos años, demasiados, hasta que me decidí a
arreglar la bicicleta que tenía abandonada y volver a las andadas. En este caso se trata de una bicicleta de montaña, la de carretera, siento tener que decir esto, me da mucho miedo usarla por los arcenes de hoy en día, mucho miedo. Entenderán el porqué.

En ésas estaba esta mañana, con mi bici de montaña disfrutando de una ruta por caminos de arena, pedregosos y hasta con charcos, con la sierra de Madrid como escenario, cuando pasó lo que suele pasar justo en el peor momento, un
pinchazo en la rueda trasera y sin cámara de repuesto, sin parches y sin apenas herramientas. Mientras la rueda tenía aire, intenté seguir montado en la bicicleta con la vana ilusión de llegar a casa antes de que se desinflara del todo, misión imposible. Con una caminata por delante de unos 30/40 minutos por delante, me tocaba a mí empujar la bicicleta mientras andaba.

Llevaba ya unos diez minutos caminando cuando
un grupo de tres ciclistas llegó a mi altura, dos chicos y una chica. Uno de ellos me preguntó si tenía algún problema, rápidamente les conté lo que pasaba, pero no quería interrumpirles su salida del fin de semana por culpa de mi inexperiencia y falta de previsión. Lejos de seguir, pararon y me ofrecieron una cámara de repuesto, yo insistí en que no se preocuparan ya que me quedaba poco para llegar a casa, mentira, pero me sentía muy culpable en mi imprevisión para molestar a los demás. En suma, añadí que al ser la rueda de atrás, me veía más incapaz de colocar una cámara nueva.

No solo no se fueron,
en un abrir y cerrar de ojos, la rueda trasera de mi bici estaba desmontada, con la cámara sacada del interior de la cubierta buscando el lugar exacto del pinchazo. Uno de los chicos sacó de su mochila una pinza con la que extrajo la esquirla metálica causante del desaguisado, parches, lija, pegamento y una mini bomba que yo por ayudar en el trabajo intenté hinchar con ella la cámara reparada pero infructuosamente, las sabias manos de mis nuevos amigos la hincharon en un periquete. En resumen, en apenas unos minutos, la rueda estaba reparada y la bicicleta lista para ser usada de nuevo. Luego de agradecer mil veces su ayuda, emprendí de nuevo mi marcha, para al poco darme cuenta que me había ido sin ayudar a recoger las herramientas de mis benefactores. Cuando me quise dar cuenta, me habían alcanzado en el camino y después de saludarme de nuevo, con su franca sonrisa, desaparecieron detrás de la nube de polvo que iban levantando.

Con los tiempos que corren hoy en día, da gusto ver cómo s
iguen vigentes ciertas tradiciones, como la de la solidaridad ciclista, la que viví tantos años atrás. Al insistir a mis socorristas cómo podía agradecerles su ayuda, nada pidieron a cambio, sin embargo, lo estaban diciendo todo. Para la próxima salida en bici iré atiborrado de parches, con cámara de repuesto y herramientas necesarias para el que las pueda necesitar en el camino. Nobleza ciclista obliga.






2 comentarios:

  1. Todavía queda buena gente buena en el mundo. Está bien que nos lo recordéis de vez en cuando para que no se nos olvide.

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    1. Estimado rfc, así es, queda buena gente por el mundo. Y me alegra que el espíritu del aficionado al ciclismo que conocí siendo un chaval, siga vigente hoy en día.

      Gracias por leer el post y dejar tu comentario.

      Un saludo.

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