Portada 3

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martes, 29 de octubre de 2013

El fútbol visto de pie


Lo confieso, echo de menos ver el fútbol de pie. Ahora puede parecer increíble, pero en los años 80 y 90 del siglo pasado por sólo quinientas o mil pesetas (3 ó 6 euros) un chaval, en aquella época yo lo era, podía ver los partidos de su equipo, en mi caso el Real Madrid. Cuando ahora se avecina un partido trascendental ya sea de Liga o de Copa de Europa (nunca “Champions”, por Dios) añoro esa taquicardia, esa cierta angustia que me invadía minutos antes de comenzar el partido y saber que me esperaban al menos 90 minutos cargados de intensidad emocional y por supuesto, física. Era una forma de identificación con la causa común. Después de los partidos acababas tan exhausto como los jugadores, tú también habías sudado la camiseta, tú también lo habías dado todo, tú formabas parte de ese mundo.

Ver el fútbol de pie en el Bernabéu tenía inconvenientes: estar dentro del estadio horas antes con una visibilidad del campo de juego precaria o nula ya que las zonas de pie para socios estaban en la planta baja del estadio; pasar frío en invierno, pasar calor en verano, empaparte cuando llueve, aguantar nevadas, cargas de la policía, tener un megáfono distorsionado en la oreja por el que un individuo berrea cánticos, aguantar borracheras de terceros, preguntarte por qué has bebido tanto sabiendo que si vas al servicio pierdes el sitio que has guardado durante horas... No, no era cómodo en absoluto.

Después de todo esto ¿qué tenia de bueno? Sobre todo el ambiente. El fondo sur del Bernabéu era un lugar común donde cabían diversas actitudes. Si querías tener problemas los ibas a encontrar seguro, pero si lo único que buscabas era vivir el fútbol con gente de tu edad, saltar, animar... ése era tu sitio. Digamos que a otros graderíos del estadio ibas con tu padre, con tu tío, con tu abuelo. Aquellos eran lugares fiables. Se cantaban los goles, sí, se vivía el fútbol, sí, pero llega un momento en que dejas de ir con tu familia al fútbol para ir acompañado de tus amigos del colegio o del barrio. Era una suerte de independencia y esta llegaba cuando pasabas a ir al fondo sur.

Una vez allí, elegías tu sitio. El de mis amigos y el mío era, vista la portería desde atrás, a la izquierda del poste izquierdo. Lo normal era coincidir con la misma parroquia grada arriba, grada abajo. La nuestra estaba formada por una pandilla que alineaba a dos hermanos gemelos bastante parecidos al actor Jim Carrey, a un chaval con el pelo ensortijado, gafas enormes, pecoso que respondía al mote (sin él saberlo, claro) de Carlton en justa correspondencia de su carácter con el del personaje de “El Príncipe de Bel Air” y a un señor mayor con aspecto de cura. Este buen hombre debía vivir en el mismo barrio que yo ya que me lo encontraba ahí frecuentemente, pero lejos de saludarnos efusivamente, cruzábamos miradas como quien se reconoce por sorpresa en la sala de espera de un prostíbulo o de un lugar ilegal, como si tuviéramos algo de lo que avergonzarnos y no quisiéramos que se enteraran nuestros familiares. Ocasionalmente pasaban por nuestro sitio dos tipos. Uno de ellos me recordaba al actor Walter Vidarte, el otro era bastante anodino. Eran algo mayores que nosotros e iban a cual más borracho. Siempre nos saludaban, en particular a un amigo mío quien, según ellos, se parece a Ronald Koeman. Siempre era: “Kuuuuman, coño, un abrazo” o “Kuuuuuuuman un beso joder”, el resto nos teníamos que conformar con un breve saludo o con alguna frase ininteligible. Un día “Vidarte” llegaba con la mano por delante: “Kuuuuman, dame la mano hombre”. Mi amigo, solícito, tendió su mano y al estrecharla se quedó con la mano de un maniquí que “Vidarte” llevaba disimulada en su manga. Hace una temporada, más o menos veinte años después de todo esto, mi amigo iba caminando por los alrededores del estadio en día de partido cuando de repente oyó a lo lejos “Kuuuuuuuuuuuuuuuuman”.... Cabe señalar que mi amigo tiene cierto parecido con Oliver Khan, no con Ronald Koeman.

Pero estábamos con las cosas buenas de ver el fútbol de pie. Las avalanchas era otra de ellas. Al fin y al cabo no dejaban de ser la celebración de un gol, un pequeño acto de locura común, un sin dios en el que te veías metido quisieras o no. A veces ni te permitían ver los goles, sobre todo si era muy claro que se iban a producir, ya que te veías inmerso en ellas antes de que el balón besara las mallas. No duraban mucho, apenas unos segundos de caos, salvo si el gol en cuestión culminaba una remontada, cerraba un resultado humillante para el rival o conseguía con certeza un título. Entonces aquello podía durar minutos: empujar, ser empujado, caras desencajadas de emoción, abrazos con desconocidos, contacto físico en definitiva, ver el fútbol de pie tenía mucho de eso.

Aparte, en la relación del público con el estadio había leyes no escritas que todo el mundo sabía, aceptaba y acataba. La principal era no enfrentarte nunca con los antiguos porteros del estadio que lucían en la cabeza una gorra de plato con el escudo del Madrid encima de la visera. Solían gastar un humor de perros y a la mínima te quitaban el carnet de socio con lo que se llevarían su recompensa, imagino. Si querías colar a un amigo o a una novia ya con entrada de otra zona del estadio ya sin entrada, lo que tenías que hacer era buscar una puerta de acceso que tuviera como cancerberos a chavales que lucían un peto de la organización del estadio y que no estuvieran supervisados por los susodichos porteros oficiales, e insistir un poco correspondiendo con el grado de importancia del partido. Si se trataba de un partido cualquiera de Liga, podías insistir incluso intentar algún tipo de soborno, pero si se trataba de un Madrid-Barça o un Madrid-Atleti, mejor no insistir y probar fortuna en otra puerta. Así se explica el sobre aforo que tenía el estadio en las zonas de pie. He llegado a sentir durante un partido que no tocaba el suelo con los pies, me ha faltado aire que respirar, me han aplastado... A veces no pasan más cosas no se sabe bien por qué.

¿Cómo llegó el final del fútbol de pie? En mi caso, antes de que se obligara a que el aforo completo de los estadios fuese de asiento. Se produjo en el famoso día de la portería, en la semifinal de la Copa de Europa de 1998 contra el Borussia de Dortmund. Lo que pasó es de sobra conocido. En el fondo, aquello fue una lección de civismo porque no pasó nada grave, las cien mil personas congregadas aguantaron la espera estoicamente sin echar la culpa a los que provocaron esa situación. Mientras, sentado como podía en el suelo tras casi cinco horas de pie, comprendí que aquello se había acabado. Ya no tenía sentido para mí. Tocaba disfrutar del fútbol de otra manera, ni mejor ni peor, distinta como es verlo sentado. Aquella fue una época de la vida, tuvo su etapa y a veces la echo de menos.

9 comentarios:

  1. Todas las épocas de la vida llegan a su fin natural. Lo mejor es que normalmente recordamos lo bueno y se convierten en momentos mucho mejores.

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    1. Así es amigo anónimo. ¡Gracias por participar!

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  2. Mucha nostalgia pero habría que ver si nuestros cuerpos de ahora podrían aguantar las fatiguillas que se pasaban y que tan bien has descrito.
    De la crónica de esa época, echo de menos una mención al espiderman, un borracho que se subía a la valla del fondo en todos los partidos, siempre con la misma cazadora, y desde lo alto se giraba a los ultras quie lo jaleaban: ES-PI-DER-MAN laralaralarala... Por supuesto, el espiderman estaba la noche del Borussia que se desplomó la valla. Aún lo veo, feliz y chuzo, instantes antes de caer la valla...

    enhorabuena por el texto, casi se me salta una lagrimilla, espero que no sea el último post dedicado a esas tardes/noches de fútbol en el Sagrado Templo

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    1. Estimado brigadier, como usted dice, no aguantaríamos ni el primer tiempo. Sí, espiderman era todo un personaje de aquella época ¿qué habrá sido de él? Gracias por participar.

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  3. Amigo Bata,casi me pongo a llorar de nostalgia compartida en referencia a una epoca y a un templo que yo tambien echo de menos. HALA MADRID!!!!!!.
    Un abrazo muy fuerte.

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  4. yo como soy del atleti siempre he ido sentado jejejeje

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    1. Juan Karlos, gracias por participar. Escribiré pronto del Atleti, atento pues.

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    2. espero ansioso la cronica

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