El F.C. Barcelona, visto por un madridista
El
Barça ha hecho un largo viaje para llegar a ser lo que realmente es
ahora, una referencia
por juego,
tradición,
historia
y títulos
internacionales. Estos últimos son los que han llegado, en términos
históricos, recientemente. Este viaje, a veces, ha sido una travesía
por el desierto,
creo que antes habrían terminado de pasar por ella si las cosas
hubieran sido de otra forma.
Estamos en los años
80,
que es donde alcanza mi memoria vital. Del año 81 al 90 la Liga se
ventila entre los equipos
vascos
las primeras cuatro temporadas, el
Barça de Venables
en la mitad de la década y luego la
Quinta del Buitre se hace pentacampeona.
Durante los años de dominio madridista, el
Barça vivía instalado en la protesta:
los árbitros, la política, el centralismo... vaya ¿a quién me
recuerda este discurso? El binomio Núñez
- Gaspart
se sentía perseguido. Mientras, el Real
Madrid
con la mejor
generación
hasta el momento de futbolistas españoles surgida
de su cantera,
apoyados por los mejores jugadores nacionales y un par de extranjeros,
borda el fútbol y encadena
un campeonato tras otro.
El aficionado de a pie asistía a esa actitud de la directiva culé
entre el asombro y el bochorno ajeno con aquel motín
del Hesperia
entre otras cosas, con Luis
Aragonés
dando ejemplo al no dudar en ponerse del lado de los jugadores. Y
quién lo iba a decir, todo
este infierno iba a sentar las bases del llamado Dream
Team:
los Calderé, Rojo, Víctor, Clos, Pedraza y el propio Luis Aragonés
salen del Barça para dejar sitio a Cruyff en el banquillo, Bakero,
Koeman, Eusebio y Txiqui Beguiristáin entre otros. Aun así, el propio
Cruyff
estuvo a punto de ser despedido,
incapaz de parar el dominio madridista en sus dos primeras temporadas
en el banquillo azulgrana. La final de Copa de 1990 jugada en
Valencia ganada al Madrid, supuso aplazar la sentencia y bien que les
fue.
A partir de la temporada 1990-91, la historia es
conocida: cuatro ligas consecutivas, una Copa de Europa y un 5-0 al
Madrid. Por arte de magia, el
centralismo, los árbitros, el tradicional victimismo barcelonista
desaparecieron
a consecuencia de un equipo que dejó una huella indeleble en el club
catalán y, afortunadamente, en el fútbol español. El buen fútbol,
el estilo inconfundible y unos jugadores de extrema calidad lograron
dar la vuelta a la historia. Este equipo, sumado a la herencia de la
Quinta del Buitre son las fuentes donde bebe la selección española
que se encuentra esta temporada ante el reto seguir haciendo
historia.
Aquella
final de la Copa de Europa en Atenas contra el Milan y el Madrid ya
de Raúl certificaron la defunción de este equipo
con la devolución del 5-0, y a la larga del nuñismo.
Acerca de este presidente y lo que rodeó su presidencia recomiendo
el reportaje
de Orfeo Suárez para el número 7 de la revista Líbero.
A ojos ajenos del barcelonismo, sorprendía cómo un señor como
Nicolau
Casaus
pudo estar tantos años en la directiva con Núñez y Gaspart. Es
recordado por su bonhomía, educación y saber estar, tan poco
corrientes en el fútbol y más en los años 80 y 90. Se le echa de
menos.
El Barça de Rijkaard fue el preludio del de Guardiola.
Su buen hacer en el banquillo se vio acompañado por una camada
de
jugadores
de la
cantera
excepcional
-¿cómo es posible que Iniesta, siendo de Albacete, no acabara en el
Madrid?- liderado por un jugador que ya se encuentran entre los
mejores de la historia, Messi. La lluvia de triunfos y la dura
competencia de un Real Madrid que compra todo aquello que se mueva en
el mercado, aunque afortunadamente parece estar rescatando la
cantera, parecía haber enterrado viejos comportamientos
barcelonistas, pero resulta que no es así.
La
denuncia presentada por un socio culé,
del que deberíamos aprender de su inquietud e inconformismo, contra
el anterior presidente del Barça por las cuentas del fichaje de
Neymar
este pasado verano ha hecho reaparecer el victimismo
barcelonista
con una fuerza inusitada e incomprensible ya que en lo deportivo, su
primer equipo está líder de la Liga empatado con el Atlético,
clasificado para octavos en Copa de Europa y prácticamente en
semifinales de la Copa del Rey. El nuevo presidente Bartomeu
y sus directivos presuntamente apuntan,
sin decirlo, al
Madrid
como actor en la sombra de esta situación. Resucitan el fantasma del
robo
de Di Stefano como ellos mismos se han encargado de decir. Este
asunto siempre me ha despertado una reflexión: ¿qué creen que
habrían conseguido con él? El Barça de los años 50 tuvo a Kocsis,
Czibor, Luis Suárez, Kubala, Ramallets... un equipo de ensueño que
ganó sus títulos, pero ¿qué
se supone que Di Stefano hubiera conseguido que Kubala, Cruyff,
Maradona y Schuster no?
El Barça tuvo a todos estos futbolistas y apenas ganaron
campeonatos. Cuando se han olvidado de las persecuciones, fantasmas
del pasado y se han dedicado a crear un proyecto deportivo sólido, el
resultado está a la vista: un equipo que ha marcado época.
Todo
esto, repito, viene por la denuncia que ha presentado un socio del
Barcelona e independentista para más señas del que vienen a decir
que está en connivencia con Florentino
Pérez. No deja de ser curioso que el
presidente Rosell dimitiera sin dar una explicación
basada
en datos
sobre la operación económica del traspaso de Neymar. Si no tienen
nada que ocultar, ¿por qué ha dimitido Rosell, por qué no
presentan toda la documentación del fichaje en el juzgado? Una buena
política de transparencia en todos estos asuntos sería de
agradecer, no sólo para ellos, sino para el mundo del fútbol sin
excepción.
Así desde Madrid se ve con satisfacción ese
retorno al victimismo, un
Barça
que parecía enterrado ha vuelto a resurgir.
Sus jugadores parecen ignorarlo y siguen a lo suyo. Veremos si son
capaces de aislarse y continuar con su trayectoria. Porque cuanto
mejor sea el rival, todos somos beneficiados, por el propio deporte y
porque mejor saben las victorias.
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