La primera vez en el Bernabéu
Esto
es algo
muy propio
de los futboleros: “la primera vez que fui al Bernabéu, que vi a
Santillana, vi a Juanito, a la selección, aquel gol histórico,
etc... y es que en contra de lo que parece, el
aficionado tiene mucha memoria,
más que los propios protagonistas de estas historias que no son
otros que los futbolistas, presidentes de clubs, árbitros...
A
lo que iba. Mi primera vez en el Bernabéu
no fue para ver precisamente al Real
Madrid,
sino al Castilla.
Estamos en 1980, el filial madridista logrará llegar a la final de la Copa del Rey precisamente contra el Real Madrid, proeza que nunca
se va a poder repetir porque a raíz de esta situación, los
equipos filiales nunca volvieron a participar en la Copa de España.
El estadio no había iniciado la remodelación para el Mundial 82,
todavía estaban las míticas porterías con los arcos que sujetan la
red, el
recinto estaba tal y como era desde los años 50
cuando se cerró el popular tercer anfiteatro paseo lateral alto. Me
reconforta haber estado en el mismo espacio que el Madrid
pentacampeón de Di Stefano, Puskas, Gento; el de los ye-yes de
Amancio, Pirri... Aquel partido fue en la ronda de cuartos de final
contra la Real
Sociedad de Arconada,
el Castilla eliminó hasta llegar al último partido del torneo al
Hércules,
Athletic de Bilbao, la propia Real Sociedad y Sporting de Gijón
en semifinales, una auténtica gesta.
Todo esto da una idea
de la edad que voy teniendo. Mis recuerdos de esta primera vez son
muy difusos, no podía ser de otra forma, pero sí recuerdo mirar
maravillado aquella construcción enorme, tanta gente allí metida,
el
ambiente,
el
olor a puro, a copa de cognac,
los vendedores de bebidas con sus chaquetas blancas, neveras de latón
y sus ripios castizos.
Otros tiempos.
La primera vez que sí vi al Real Madrid tuvo
que esperar dos años más. Real
Madrid - Málaga.
Tras dar mucho la brasa, logré convencer a mi pobre padre para que
me llevara. Tengo viva la emoción de bajarnos del coche para comprar
las localidades en La
Madrileña,
aquel quiosco de reventa autorizada que estaba, más o menos, donde
ahora se levanta una de las torres de acceso al graderío superior
del estadio, la que hace esquina entre la calle Concha Espina y el
Paseo de la Castellana. Aquel día hacía un frío pelón. Tengo
localizado el sector del graderío donde estuvimos, segundo
anfiteatro fondo sur, casi en el córner, pegado al lateral del
gallinero. El estadio estaba semivacío para ver aquel partido. Ganó
el Madrid por 1-0, gol marcado de penalty por Juanito
en un partido francamente malo. Estoy viendo cómo lo transforma y lo
celebra. Lo que realmente marca la experiencia, más que el propio
resultado, es ver
a los protagonistas in
situ,
el
olor a hierba, la humedad del riego, el ambiente, el colorido del
público aunque escaso aquel día, ver todo lo que has visto por
televisión en vivo y en directo.
Aun
siendo muy aficionado desde niño como se puede ver, nada parecía
indicar la enfermedad
que desarrollé de mayor haciéndome socio y no perdiéndome ningún
partido salvo
los estrictamente necesarios y por compromisos ineludibles.
Porque
hay que estar un poco pirado,
esta es la verdad. Qué le vamos a hacer, pero no se preocupe amable
lector, los
futboleros somos gente de bien. Continuará...
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