Mi primera vez en el cine
Este
no es un recuerdo directo, sino de los que la familia se encarga de
recordarte periódicamente y en fechas señaladas, como cuando hay
una reunión familiar o uno se lanza a presentar a su novia
oficialmente.
Nos situamos más o menos a finales
de los años 70,
la fecha exacta no la sé, ni siquiera por la fecha de estreno porque
como sabrán aquellos que lean esto y cuenten una cierta edad, en
aquella época los re estrenos eran muy frecuentes. El caso es que en
mi casa, mi madre debía tener algún compromiso familiar que le
obligaba a salir de Madrid, así que mi padre quedaba solo a cargo de
sus hijos. Tuvo la buena idea de llevarnos al cine, al
Marvi,
sito en la calle Cartagena casi esquina Avenida de América, para ver
ni más ni menos que El
coloso en llamas,
aquella superproducción catastrofista con tanta estrella en su
reparto. La intención era muy buena, la chavalería nutrida de
palomitas y chucherías varias estaría entretenida por al menos un
par de horas. Pero mi pobre padre, no debía saber de qué iba
aquello, calculó mal para un menor de diez años como era yo. Me
tuvo que sacar de la sala a llanto perdido para llevarme a casa de
unas vecinas mientras mi hermano mayor vigilaba a los más pequeños.
Tan traumática experiencia no iba a enturbiar lo que es una de mis
mayores pasiones vitales, el cine, al que por fortuna me he podido
dedicar profesionalmente.
El lugar de los hechos todavía
permanece en pie, cerrado a cal y canto. Después de sala de cine, el
Marvi se reconvirtió a bingo y desde hace unos años tiene echado el
candado esperando que alguien aproveche ese edificio o solar en tan
apetitoso enclave de la Villa y Corte. Esta
historia me ha hecho acordarme de aquellas salas que pusieron
escenario a mi infancia y juventud.
En la misma calle Cartagena, a la altura de la Plaza de San
Cayetano se encontraba el cine
Bahía
luego reconvertido a cine
estudio Groucho,
a secas. Ahí recuerdo haber visto El
corazón del Ángel
con Lisa
Bonet
huyendo de La
hora de Bill Cosby
y Robert
de Niro
encarnando al mismísimo Louis
Cyphre.
Hummm, en realidad sugiere más de lo que realmente es la película.
Actualmente este recinto es un supermercado de la cadena
Gigante.
Cruzando Francisco Silvela y subiendo por Lista
estaba el Fantasio,
primero cine y luego cine estudio también. De este recuerdo sobre
todo los precios
populares
en su etapa cine estudio. Ahora mismo dudo si es un supermercado o la
sede del Instituto de la Juventud, débil es la memoria. ¿Alguien
puede sacarme de dudas?
Metidos ya en pleno barrio de
Salamanca, teníamos el cine
Benlliure
en la calle de Alcalá, con sus frescos de personajes de Disney en el
techo. Allí vi Sid
y Nancy
(Alex Cox, 1986) aquel film para mayor gloria de Sid Vicious, icono
del punk mal idolatrado
la verdad sea dicha. Aquí conocí a Gary
Oldman
como actor, ni más ni menos. También lo recuerdo como parte de mis
tardes infantiles. Hasta hace muy poco fue una librería que tuvo el
buen gusto de respetar los elementos arquitectónicos de la antigua
sala cinematográfica. Hoy en día está cerrado aunque parece estar
de obras de remodelación.
Muy cerca, en la esquina de Conde
de Peñalver con Hermosilla se encontraba el cine
Salamanca.
Ahora es una tienda de ropa de la cadena C&A, también han
respetado la estructura arquitectónica de la antigua sala, así que
cualquier nostálgico puede darse un paseo por la tienda y recordar
la antigua sala de proyecciones.
En el mismo barrio, si tiras
hacia El Retiro tenías los Tívoli,
desconozco su destino actual; si te encaminabas hacia Colón estaba
el Carlos
III
-cerrado y en obras desde el siglo pasado, o casi- y el Cid
Campeador;
si volvías hacia Francisco Silvela están los cines
Victoria
¡existen todavía! En Prosperidad estaba el mítico cine
Covadonga
sobre el que corrían muchas leyendas
urbanas
que quien esto escribe nunca llegó a comprobar personalmente. Ya en
el barrio de la Concepción estaban los cines
Canciller
cerrados desde 2007.
Salas míticas que forman el paisaje
de años perdidos
y de una forma de ocio que tiende a desaparecer -la sesión contínua
¿recuerdan?- aunque espero que nunca lo haga del todo. Es cierto que
la actual
situación
económica obliga a hacer un esfuerzo
para pagar las entradas,
pero como estamos viendo últimamente las
salas
que luchan por subsistir han reaccionado ofreciendo
precios más accesibles.
Ir
al cine es algo mágico,
no dejen de hacerlo, no
dejemos que muera.
Mi primera vez en el cine también acabó entre lágrimas. Era king kong, la de jessica lange, y yo debía tener unos siete años. Lloraba porque sentía la tristeza por la derrota del gorila, pero lo disfrazaba con rabia hacia mi padre, "tú me dijiste que king kong derribaba a los helicópteros".
ResponderEliminarMe permito sugerir un blog que recopila exhaustivamente la historia de los cines de Madrid. Con paciencia encontrarás posiblemente el destino de algunas de las salas que mencionas.
Y, por cierto, hoy noticias esperanzadoras respecto al beti-jai
http://cinesdemadrid.blogspot.com.es/
En verdad en aquella película el pobre gorila era la víctima. ¡Qué buena anécdota brigadier! Gracias por la sugerencia, muy buena.
ResponderEliminarSí, parece que por fin las cosas se mueven respecto al Beti Jai, afortunadamente. En el blog del autor del libro "Frontones madrileños" está colgado este curioso clip de la película "Madrid" de Basilio Martín Patiño:
http://www.youtube.com/watch?v=wqnfsZFIzbQ