Es
la segunda vez que veo a Mr.
E
y sus muchachos en directo y la verdad es que no han defraudado las
expectativas. Todavía no conocía el Circo
Price
y he de decir que me parece un recinto de lo más agradable para un
concierto, se
ve muy bien,
se escucha razonablemente bien, además el personal del recinto es
muy amable. Parece que por fin tenemos en Madrid un recinto
de tamaño intermedio
para conciertos, solo falta que dure en el tiempo.
El concierto forma parte de ella gira del último disco de Eels: The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett, lo que ya supone toda una declaración de intenciones. Ya lo dijo el propio Mr. E sobre el escenario: como veis hay diferencias con el último show, en el anterior iban vestidos con chandals modelo de la extinta RDA, en el concierto del lunes todos iban hechos unos pinceles, trajeados. No va a haber mucho rock and roll, continuó Mr. E, ni siquiera easy listening y es que aunque el set list se basó en este álbum, no faltaron clásicos como Fresh Feelings, Birds, I Like The Way This Is Going que sin duda elevaron la temperatura del Price.
Si hay que calificar de alguna forma el concierto de Eels, hay que decir que fue conmovedor. Con un piano de pared, campanas tubulares, timbales, xilofón, trompeta, batería, contrabajo y por supuesto guitarras, eléctricas y acústicas, los asistentes tuvimos casi dos horas, si no recuerdo mal, de emoción pura. Si Everett es un extraordinario letrista, no son menos extraordinarios los músicos que le acompañan, alguno tocaba más de un instrumento, siempre sonrientes, encajando las bromas de Mr. E, en definitiva con actitud, mucha actitud.
Es cierto que hubo lugar para el humor y por supuesto para los abrazos. Aparte de abrazarse con los músicos, Mr. E bajó las escaleras que separan el escenario de los asientos y repartió abrazos a unos cuantos fans que se acercaron a él con fervor de creyentes. Hubo dos tandas de bises que iban aumentando una canción a una dado el fervor del público. Con Can´t Help Falling In Love, el clásico de Elvis Presley, nos fuimos todos con el corazón encogido por la emoción. Todavía hubo más música, el caso es que Eels no defraudan, nunca.
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