Para
los madridistas de mi generación hay dos héroes sobre todos los
demás: Juanito y Santillana. El mío era y sigue siendo Carlos
Alonso. Hoy en día hay futbolistas mejores que él pero los mitos de
la infancia nunca se traicionan, ocupan un lugar en el corazón del
futbolero que es insustituible. Santillana ha representado los
valores del Real Madrid como ningún otro. No era el jugador más
rápido, ni el más fuerte, ni siquiera el más alto, pero él ha
corrido, ha luchado y sobre todo ha volado más que nadie defendiendo
su camiseta. Todavía hoy, si durante un partido las cosas se ponen
feas, imagino que Luis Molowny -santificadas sean sus mangas- saca a Santillana a jugar para que
marque un gol imposible en el minuto 89 y ponga boca abajo el
estadio.
En aquellos años, los dorsales tenían connotaciones míticas y místicas, por la posición del campo que señalaban y aún más por su carácter hereditario. El 9 de Santillana era sinónimo de gol y de remates de cabeza inverosímiles: tenía la habilidad mágica de quedar suspendido en el aire para dirigir el balón donde ni siquiera Walter Zenga podía llegar.
A pesar de las numerosas decepciones deportivas que sufrió Santillana a lo largo de su carrera, no dejó de ser un jugador clave tanto en la selección española como en el club de Chamartín. Era la época de las míticas remontadas: Derby County, Anderlecht e Inter de Milán se cuentan entre las ilustres víctimas de Carlos Santillana. Pero sobre todas ellas, sobresale el Borussia Moënchengladbach. Este gol, de puro delantero centro, marcado con el alma consumó quizá la remontada más increíble de todas ellas.
El relevo le llegó a Santillana en forma de quinta: la del Buitre y la denominada de los machos. Con la llegada de las nuevas generaciones asumió su nuevo rol dentro del equipo sin queja alguna, hasta que un día de mayo de 1988 dijo adiós como sólo él podía hacerlo. Quien esto escribe estaba presente aquel día en el popular gallinero del Santiago Bernabéu y sinceramente no sabía dónde meterme para ocultar el agua que me brotaba de los ojos. Para mi generación, ha quedado eternamente en nuestro recuerdo que Juanito prepara el balón, lo pone en el área y Santillana mete gol. Es una suerte que este mito siga vivo, ojalá que por muchos años más. ¿Vamos a esperar a que ya no esté para homenajearle?
En aquellos años, los dorsales tenían connotaciones míticas y místicas, por la posición del campo que señalaban y aún más por su carácter hereditario. El 9 de Santillana era sinónimo de gol y de remates de cabeza inverosímiles: tenía la habilidad mágica de quedar suspendido en el aire para dirigir el balón donde ni siquiera Walter Zenga podía llegar.
A pesar de las numerosas decepciones deportivas que sufrió Santillana a lo largo de su carrera, no dejó de ser un jugador clave tanto en la selección española como en el club de Chamartín. Era la época de las míticas remontadas: Derby County, Anderlecht e Inter de Milán se cuentan entre las ilustres víctimas de Carlos Santillana. Pero sobre todas ellas, sobresale el Borussia Moënchengladbach. Este gol, de puro delantero centro, marcado con el alma consumó quizá la remontada más increíble de todas ellas.
El relevo le llegó a Santillana en forma de quinta: la del Buitre y la denominada de los machos. Con la llegada de las nuevas generaciones asumió su nuevo rol dentro del equipo sin queja alguna, hasta que un día de mayo de 1988 dijo adiós como sólo él podía hacerlo. Quien esto escribe estaba presente aquel día en el popular gallinero del Santiago Bernabéu y sinceramente no sabía dónde meterme para ocultar el agua que me brotaba de los ojos. Para mi generación, ha quedado eternamente en nuestro recuerdo que Juanito prepara el balón, lo pone en el área y Santillana mete gol. Es una suerte que este mito siga vivo, ojalá que por muchos años más. ¿Vamos a esperar a que ya no esté para homenajearle?
Cuando de pequeño jugaba al "gol regateao" y había que elegir portero y delantero, siempre me pedía ser Miguel Angel y Santillana. Era mi ídolo del momento. Hoy un mito.
ResponderEliminarEstimado Ricky: Santillana fue un mito que marcó a los que éramos niños entonces. Gracias por su comentario.
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