El
Atlético de Madrid ha vuelto, ya se puede afirmar con todas las de
la ley tras ganar dos Copas de la UEFA, dos Supercopas y una Copa del
Rey. Si en el fútbol a veces el éxito es un cúmulo de situaciones,
en el caso del Atleti se da un estado de ánimo renacido tras más de
diez años de deriva desde el descenso, un entrenador representativo
y una serie de buenos jugadores que llevan unas cuantas
temporadas juntos habiendo construido un bloque realmente
temible.
Para un madridista empedernido que ha visto jugar al Atleti de Leal -con su sempiterno brazo vendado-, Ayala, Pereira, Dirceu pasando por el de Marcos Alonso, Clemente, Arteche -con solo verle el bigote ya acojonaba-, Marina, hasta llegar al de Futre, Alemao, Donato, López y Juan Carlos, este equipo demostraba que era capaz de lo mejor y de lo peor: pendenciero, respondón y ganador ocasional que no frecuente. También era admirable esa sensación de minoría que arrastraban y arrastran los colchoneros. En aquellas mis clases de E.G.B. compartidas con cuarenta niños, treinta éramos madridistas, a cinco no les gustaba el fútbol, tres o cuatro siendo generosos eran del Atleti y el que resta, del Valencia, Sevilla o del Athletic de Bilbao... Durante un curso este chaval restante era del Barça, algo rarísimo en esos años al menos en mi colegio.
Este era el Atleti histórico hasta que le llegó la catástrofe en forma de presidente. Todo desembocó, como era de esperar, en el descenso a Segunda División. Cuando aquello se consumó, tras los primeros momentos de hilaridad, mensajes de texto, correos electrónicos, pps o gifs a los amigos y conocidos atléticos, me invadió una sensación, no de tristeza, sino de desazón y de cierto vacío. La realidad era que la temporada siguiente no iba a haber derby en el Foro, no íbamos a ir al Calderón. Porque de eso se trata, de jugar infinitas veces contra ellos, ganarles y si es posible vapulearles, saldar cuentas pendientes. Un buen compañero de trabajo, argentino hincha de River Plate, cuando le mostré mi solidaridad por su descenso a la Nacional B (todo madridista debe tener simpatía y agradecimiento a River por don Alfredo Di Stefano), me hablaba también de esa extraña sensación que encontró en los aficionados de Boca.
Así pues, el Atleti ha vuelto, parece. Esperemos que aguante por la salud de este campeonato de Liga que ha llegado a ser, demasiado, de dos. Ojalá otros puedan volver también. Regresan las cuentas pendientes.
Para un madridista empedernido que ha visto jugar al Atleti de Leal -con su sempiterno brazo vendado-, Ayala, Pereira, Dirceu pasando por el de Marcos Alonso, Clemente, Arteche -con solo verle el bigote ya acojonaba-, Marina, hasta llegar al de Futre, Alemao, Donato, López y Juan Carlos, este equipo demostraba que era capaz de lo mejor y de lo peor: pendenciero, respondón y ganador ocasional que no frecuente. También era admirable esa sensación de minoría que arrastraban y arrastran los colchoneros. En aquellas mis clases de E.G.B. compartidas con cuarenta niños, treinta éramos madridistas, a cinco no les gustaba el fútbol, tres o cuatro siendo generosos eran del Atleti y el que resta, del Valencia, Sevilla o del Athletic de Bilbao... Durante un curso este chaval restante era del Barça, algo rarísimo en esos años al menos en mi colegio.
Este era el Atleti histórico hasta que le llegó la catástrofe en forma de presidente. Todo desembocó, como era de esperar, en el descenso a Segunda División. Cuando aquello se consumó, tras los primeros momentos de hilaridad, mensajes de texto, correos electrónicos, pps o gifs a los amigos y conocidos atléticos, me invadió una sensación, no de tristeza, sino de desazón y de cierto vacío. La realidad era que la temporada siguiente no iba a haber derby en el Foro, no íbamos a ir al Calderón. Porque de eso se trata, de jugar infinitas veces contra ellos, ganarles y si es posible vapulearles, saldar cuentas pendientes. Un buen compañero de trabajo, argentino hincha de River Plate, cuando le mostré mi solidaridad por su descenso a la Nacional B (todo madridista debe tener simpatía y agradecimiento a River por don Alfredo Di Stefano), me hablaba también de esa extraña sensación que encontró en los aficionados de Boca.
Así pues, el Atleti ha vuelto, parece. Esperemos que aguante por la salud de este campeonato de Liga que ha llegado a ser, demasiado, de dos. Ojalá otros puedan volver también. Regresan las cuentas pendientes.
Solo hay un problema,
ResponderEliminarEl Madrid en la jornada 25 ó 30, es donde se nota que realmente tienen plantilla. Se dan el lujo de fichar jugadores de 30 ó 40 millones de euros cada año para dejarlos de suplentes, esa es la diferencia, siendo sinceros como dice Cholo Simeone "esta liga es aburrida, muy aburrida".
Estimado Alberto, es posible que sea así, pero el bloque que ha construído Simeone parece duro y puede aguantar si las lesiones lo respetan. Gracias por participar.
EliminarFernando gracias por este texto de amor y odio de mi atleti que después de tantos años de penurias, en estos últimos años estamos de enhorabuena y además dejando un buen sabor de boca y enhorabuena a ti por el buen hacer y sapiencia de lo que hablas por que hay cada personaje por ahí suelto que tela incluso en diarios de tirada nacinal
ResponderEliminar¡Gracias a ti Juan Karlos! Creo que al aficionado, en general, le sobra un poquito de odio, que desgraciadamente está presente en los estadios. La rivalidad es necesaria así como el respeto mútuo.
EliminarFergus
ResponderEliminarLos que nunca nos fuimos somos los atléticos. Eso es lo que hace del Glorioso un club distinto. Gracias por recordarme a Leal ... ¡qué grande! y Salcedo, Palito Mínguez, Marcelino, Capón, Bermejo, Becerra, Heredia, Ayala, Leivinha, Heredia ... hasta recuerdo con cariño a la pléyade de "fracasos" atléticos: Rodax, Mirko Votaba, Kosecki, Beibl, Reyes, Tren Valencia ...
Así es Fergus. Creo que sin la aportación de los aficionados, los clubes no tendrían ese espíritu, esa mística. Gracias por participar.
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