Portada 3

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viernes, 29 de noviembre de 2013

Los detectives salvajes. Once años y seis meses




El libro de Roberto Bolaño fue uno de los regalos que me trajeron los Reyes Magos en 2.002. Edición de bolsillo de Anagrama, letra un tanto pequeña y tocho de algo más de 600 páginas. La primera parte de la novela me enganchó rápidamente. Cuenta las andanzas del estudiante Juan García Madero con los real visceralistas en México DF -acompañado por Arturo Belano y Ulises Lima líderes de este movimiento literario- narradas con una prosa brillante, a veces divertida y empática, después de todo ¿quién no ha tenido 20 años y ha vivido esa época de la vida? La historia se va complicando poco a poco con la aparición de nuevos personajes, en especial la familia Font.

Todo iba bien hasta ahí. Al comenzar la segunda parte del libro, aparecen numerosos personaje nuevos, dando diversos testimonios de Belano y Lima en múltiples escenarios nuevos, otros personajes desaparecen... un lío, vaya. Quería que me siguiera gustando pero no entendí bien ese giro en la narración. No me quedó más remedio que aparcar la lectura hasta una nueva ocasión. Soy partidario de abandonar la lectura si no soy capaz de seguirla antes que llegar a forzar el interés.

Así pues fue pasando en tiempo hasta que este último verano, buscando una nueva lectura, lo encontré en una estantería. Recordaba perfectamente de qué iba la historia y casi todos los personajes de la primera parte del libro. Aun así lo empecé de nuevo, con paciencia, intentando recordar a todos y cada uno de los personajes que iban apareciendo. De nuevo la primera parte me estaba gustando mucho. Al llegar otra vez a la segunda parte, me concentré un poco más, intenté retener localizaciones, tiempos y nuevos personajes. Poco a poco me fui acomodando en esta nueva narración donde están presentes el surrealismo, el humor -en ocasiones difícil de entender-, el dramatismo, el exilio, el relevo generacional... tantas cosas. Y todas ellas realmente maravillosas. Para mi desgracia, no he estado nunca en México, pero un conocido nacido allí me comentó que el libro refleja muchas cosas de cómo es el DF. Esta vez sí pude terminarlo y aunque el formato narrativo y físico no es fácil, merece la pena. Es una gran novela.

El final de la historia, no lo voy a reventar aquí, adquiere unos tintes que... da qué pensar... ¿Jim Jarmush habrá leído el libro y sería capaz de adaptarlo a la gran pantalla? Espero que no tarde tanto como yo en hacer todo eso, once años y seis meses.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Debacles madridistas. El Spartak de Moscú



Los hinchas de otros equipos suelen echarnos en cara a los madridistas lo fácil y sencillo que es ser de este equipo, como si no sufriéramos descalabros ligueros y eliminaciones calamitosas en Europa. La que viene a continuación es una de ellas. Estamos en la temporada 1.990-91. El Real Madrid viene de ganar cinco ligas consecutivas y juega por tanto la Copa de Europa otras tantas veces. Para los más jóvenes, en aquellas temporadas sólo los campeones de Liga jugaban el máximo torneo continental, no como ahora que va hasta el cuarto clasificado.

Respecto a la temporada anterior, la del récord de los 107 goles en Liga vigente hasta la 2.011-12 batido por el propio Madrid con 121 dianas, tuvo las bajas de Martín Vázquez, Schuster, Agustín, Esteban y Ruggeri. A cambio se fichó para esa temporada a: Jaro, Spasic, Villarroya, Hagi también conocido como el
Maradona de los Cárpatos y Luis Milla que vio la luz, se negó a renovar con el Barcelona y vino al equipo verdadero. Analizadas las altas y bajas con la perspectiva del tiempo, es como si hubiéramos cambiado el London Calling por el Sandinista, la excelencia por el no está mal. Es verdad que el lunes todos acertamos la quiniela, algunos de estos nuevos jugadores realizaron un Mundial disputado ese verano en Italia realmente bueno: Spasic estaba en la brillante Yugoslavia que eliminó a España, Hagi sorprendió con su selección como los agujeros en la bandera nacional rumana y Luis Milla era el jugador de la Masía culé más prometedor. Fueron demasiados cambios en un equipo que funcionaba como una máquina, se perdió mucho fútbol con la marcha de Martín Vázquez y Schuster.

Así pues, la temporada avanzaba de forma irregular para el Madrid en Liga con derrotas ante el Sevilla y Burgos; empates en casa con el Logroñés y fuera con la Real Sociedad y el Oviedo. Una nueva derrota en la jornada 11ª con el Valencia precipita el despido de John Benjamin Toshack, sustituido por el binomio Di Stefano – Camacho. En Copa de Europa, en dieciseisavos de final el Madrid se deshace fácilmente del Odense (hablaremos en un futuro post de este equipo) y en octavos del Swaroski Tirol. Llegamos al mes de marzo de 1.991, en el estadio Lenin se juega la ida de cuartos de final contra el Spartak de Moscú. El césped está literalmente helado y el termómetro marca varios grados bajo cero. Dadas las circunstancias el Madrid tiene como objetivo claro salvar los muebles, no encajar un gol e intentar resolver la eliminatoria en casa. En aquellos años, los equipos del este de Europa no eran cosa de broma, nunca lo han sido. En el Spartak jugaban, a ver si se acuerdan, Mostovoi, Karpin, Radchenko y Popov entre otros. Todos ellos jugaron en equipos españoles con posterioridad. En un partido accidentado, donde Jaro fue el mejor, se consiguió el empate a cero.


El partido de vuelta se jugó el 20 de marzo en el Bernabéu. La Copa de Europa era la última esperanza para el Madrid esa temporada ya que la Liga estaba virtualmente perdida y en Copa del Rey fue eliminado por el Atlético. El partido empezó bien, los primeros minutos el Madrid domina el juego y Butragueño logra marcar el 1-0, pero todo era un espejismo. A partir de ese momento, el equipo ruso, con orden en sus líneas y buen juego se hizo con el balón y comenzó a demostrar que hacían fútbol del bueno. En el minuto 20 y en el 38 Radchenko marcó dos goles y ya en la segunda parte Shmarov en el minuto 64 certificó el pase del Spartak a semifinales. El primer gol ruso fue la sorpresa, el segundo la indignación y el tercero la manifestación de la superioridad.
 

El Bernabéu aplaudió el fútbol de los rusos, no sin cierta sorna hacia nuestro propio equipo. Ese día estaba en el paseo lateral 2º anfiteatro muy cerca de los pocos aficionados rusos que estaban viendo el partido. Muy buena gente, celebraron sus goles casi sin molestar y al finalizar el partido nos saludaron deportivamente, regalaron banderines a los que andábamos por ahí, intercambiaron con nosotros monedas y tabaco marca Gagarin. “Gagarin, Gagarin fsssssssssssh” decían los buenos rusos haciendo un gesto con la mano imitando a un cohete que sube al cielo. Aquellos cigarrillos eran fuertes, muy fuertes, uno de éstos equivalía a cuatro de la marca española Habanos. Todavía guardo aquel banderín y esos rublos, me recuerdan lo fácil que es ser del Real Madrid. 

Esa eliminatoria confirmó el cambio de ciclo en el fútbol español. Fue la última vez que Butragueño jugó la Copa de Europa. Pocos días después, Di Stefano y Camacho fueron sustituidos en el banquillo por Grosso en primera instancia y luego por Radomir Antic. Ramón Mendoza ganaría las elecciones a Alfonso Ussía. Se avecinaban años de sequía y convulsos tanto en lo deportivo como en lo institucional para el madridismo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Himnos losers, 1ª parte



En mi reproductor de música llevo un corte de la música de la impagable película
Pagafantas. En realidad no es una canción, es símplemente la voz de María Asquerino diciendo: “eres un pagafantas”. Lo llevo a modo de recordatorio. Viendo esta película había veces que me encogía en la butaca del cine sintiéndome perfectamente reflejado en el personaje de Gorka Otxoa. Cuántas veces nos hemos empeñado en un imposible amoroso y aun a sabiendas, volvemos a intentarlo como si estrellarse contra un muro fuera plato de buen gusto. Las canciones que enumero a continuación pueden ser la compañía perfecta a momentos pagafantas.

La distancia, por Andrés Calamaro.

He conocido esta canción por Roberto Carlos, el cantante brasileño que durante mi infancia y adolescencia parecía vivir en la única televisión que había en España entonces de tantas veces que salía en ella. Pero la verdad es que esta versión que hizo Calamaro es todavía más triste que la melódica del brasileño. El amor en silencio, el perdedor por antonomasia está descrito en esta canción, paso a paso.

Martha, Tom Waits.

¿Quién no
tiene una Martha a cuestas? Que levante la mano aquel que haya sido correspondido cada una de las veces que lo ha solicitado, desde el colegio hasta la vida adulta ¡Qué terrible debe ser quedarse atrapado en Martha, como lo está el viejo Tom Frost de la canción y no superarlo! Joya del primer álbum de Tom Waits.

Disco 2000, Pulp.

Nacimos en la misma hora, el mismo día, nuestras madres decían que estábamos predestinados. Veámonos en el año 2000. Este himno de los 90 de Pulp parece que acaba bien según se ve el vídeo, o tal vez no. Caso de amor no olvidado con pretensiones futuristas, flagelación mental y como siempre acabar estrellado. Ufff.....

Y me dieron boleto, Anntona.

Himno loser por excelencia. Esta canción forma parte de la música de
Pagafantas. En ella se descarga toda la rabia del rechazado muy crecido tras la decepción, pero no tardará en volver a enamorarse de la persona equivocada y darse la torta padre de nuevo, como si no hubiera un mañana.

Basura, Los Panchos.

Si hay un género musical propio para los
losers, es el bolero sin duda alguna. Desamores, engaños, romances por fuerza secretos... historias de perdedores. Cuando uno se encuentra así, la autoestima, el propio ego, el amor propio deberían impedir escuchar a los Panchos, pero contradicciones de la vida, es al revés.

Ah, el mundo
loser, no me digan que no se han visto a sí mismos en estas cinco canciones. Como el tío Jaime de Pagafantas, no me gusta dar consejos, pero les voy a dar uno: esta es sólo la primera entrega, habrá más. Stay tunned!

viernes, 22 de noviembre de 2013

Salvemos el Beti Jai, la pelota vasca en Madrid


En pleno centro de Madrid, en la calle Marqués del Riscal justo al lado del Paseo de la Castellana, se erige todavía el frontón Beti Jai -Siempre Fiesta en su traducción al castellano- aunque en estado ruinoso y bajo la amenaza, cada vez más acuciante, de derrumbe. Es un edificio singular, reflejo de una época en la que la pelota vasca era uno de los principales pasatiempos de la sociedad madrileña.

Su construcción se inició en octubre de 1.893 por iniciativa de los empresarios José Arana y Antonio Modesto de Unibaso y fue llevado a cabo por el arquitecto Joaquín Rucoba Octavio, autor del Teatro Arriaga de Bilbao así como de la Casa Consistorial de la capital vizcaína y de la plaza de toros de la Malagueta, de Málaga. Es un ejemplo del diseño de su época, con estructura de hierro, cubierta de madera y motivos mozárabes en su decoración. Inaugurado en mayo de 1.894 fue el centro de la actividad de la pelota en Madrid, hasta que esta afición fue cediendo ante el empuje de los nuevos deportes que se empezaron a practicar, principalmente el fútbol, aunque no sería hasta después de la Guerra Civil cuando ya el balón se impuso definitivamente.

Después de la contienda, el frontón pasó a ser local de ensayo para bandas de música, taller de coches y finalmente en los años 90 del siglo pasado, el abandono. En la primera década de este siglo hubo varios proyectos para derribarlo, pero afortunadamente, de momento, sobrevive. En marzo de 2.011 fue declarado Bien de Interés Cultural, en parte gracias a la dedicación y defensa que hace del histórico frontón la plataforma ciudadana Salvemos el Beti Jai bajo el liderazgo de Igor González. Esta asociación pretende que el histórico recinto se rehabilite para su uso deportivo original, pero también para disfrute de un barrio, el de Chamberí, que no goza de muchas instalaciones deportivas y dotarlo además de un carácter versátil para que también se pueda usar para otros deportes que no sean la pelota y para actos culturales: cine, teatro, moda, etc. El Beti Jai es la sede de un deporte moderno más antigua que permanece en pie.
A quien corresponda: Madrid merece tener un frontón de categoría, por la misma ciudad y por la afición a la pelota que existe en ella. ¿De verdad van a dejar pasar esta oportunidad? Si tienen curiosidad por ver cómo está el frontón hoy en día, pueden verlo en este vídeo.                                            
                                         
Para conocer a fondo esta historia y la edad de oro de la pelota vasca en Madrid, les recomiendo el estupendo libro Frontones madrileños de Ignacio Ramos, editado por Ediciones La Librería. En él podrán leer, por ejemplo, que el Real Madrid tuvo su propia sección de pelota y durante muchos años la sede social del club estuvo en el Frontón Fiesta Alegre, donde además jugó el equipo de baloncesto y ganó allí sus dos primeras copas de Europa. No en vano, en el propio estadio Santiago Bernabéu había dos pequeños frontones, cortos, sin pared lateral, justo por donde ahora se entra a la oficina de socios.

Después de todo esto, si tienen ganas de pelota, los sábados por la tarde, a las 18:00 horas en el canal Nitro, el equipo de Frontón Tv liderado por Josetxo Lizartza retransmite la pelota a mano. Acompañado alternativamente por los ex pelotaris Rubén Beloki y Jokin Errasti, vemos los partidos de las figuras de hoy en día: Aimar Olaizola, Juan Martínez de Irujo, Oinatz Bengoetxea, Ives Xala, Pablo Berasaluze, Merino II y el gran Augusto Ibáñez Sacristán “Titín III” que con 44 años de edad, afronta su última temporada. Actualmente se está jugando el torneo de 4 y ½, cuando acabe vendrá el torneo de parejas y cerrará el año competitivo oficial el torneo manomanista, el campeonato por excelencia. Síganlos, como dice Lizartza a menudo, este deporte no han tenido que importarlo, es nuestro. Y, si no el que más, es un deporte muy bonito.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

No es deporte para gafes


No es que me considere a mí mismo una persona supersticiosa aunque hay ciertas cosas que intento evitar. Por ejemplo, el índice volumétrico de la radio de mi coche alcanza su nivel óptimo en el número 13. Bueno, pues tampoco pasa nada si se pone al 12 o al 14. En lo que al fútbol se refiere, lo peor que le puede ocurrir a alguien es que sea considerado gafe. A partir de ahí, no hay amistad que valga, ni compromiso familiar. El gafe es huido y aislado durante 90 minutos sin piedad. ¿No se lo creen? Sigan leyendo.

El estadio, los bares y el salón talismán

Como ya he contado en otro post, soy socio del Real Madrid. Tengo la suerte de que mi asiento está al lado de otros buenos camaradas. Entre nosotros tenemos la sana costumbre de cedernos los abonos cuando uno no puede ir al estadio o tiene un compromiso, pues bien, si el Madrid pierde cuando viene un extraño, a éste se le impone veto de asistencia de por vida, aparte de apellidarle para siempre como gafe:
¿Cómo está tu amigo, el gafe? O: perdimos contra el colista, ese tío es un gafe de primera.

Es conocido que los bares son lugares de comunión futbolera y más en un país como España donde no hay mucha tradición entre las aficiones de ir a ver a tu equipo cuando juega lejos de su estadio. Hay algunos de e
stos locales donde la liturgia balompédica es respetada, la atención es exquisita y lo que sirven es de máxima calidad. Dios libre al buen hostelero de que una derrota escandalosa, una remontada en contra o una eliminación en Copa de Europa contra un equipo, por ejemplo, islandés sea visto en su negocio. Es más, verán el rostro cerúleo del propietario del local, consciente de que acaba de perder a su clientela.

Por esa regla de tres, ya no quedarían bares en Madrid para ir a ver un partido de fútbol, ningún equipo gana siempre. Por eso mismo siempre suelo ir a casa de un amigo donde el
porcentaje de victorias es altísimo, no en vano en su salón he visto las dos últimas eurocopas y el último Mundial, ya saben. Mi amigo en cuestión conoce a un muy buen hombre, profesional en lo suyo, marido ejemplar, buena persona donde las haya, pero es el campeón de los gafes. Viene muy de vez en cuando a ver el fútbol con nosotros y cuando lo hace, el desastre está garantizado. Si es partido de Liga, la derrota es segura y no se descarta alguna lesión seria en nuestros jugadores; si es competición europea, seremos eliminados; si es partido de selecciones, mejor que el partido no sea decisivo si está presente. El último partido que vi en su compañía fue el encuentro de vuelta de los cuartos de final de la última Copa de Europa: Galatasaray - Real Madrid. Nuestro equipo había ganado cómodamente 3-0 en el partido de ida en casa. La vuelta empezó muy bien, Ronaldo marcó un gol en el minuto 7, así pues 0-4. Mi amigo y yo nos mirábamos con cierta alegría, por el resultado y por que parecía que por fin, esta buena persona ahuyentaba su gafe. En la segunda parte, el Galatasaray marcó tres goles en el espacio de quince minutos. Lo que antes era en el Madrid una defensa de hierro, ahora era un manojo de nervios. El equipo turco necesitaba dos goles más y ocasiones no le faltaron. Lanzamientos de falta muy peligrosos lamiendo los postes, acoso constante a nuestra portería y por supuesto, el estadio literalmente incendiado por su afición. Mientras todo esto ocurría, mi amigo y yo nos mirábamos, discretamente, con caras de “no puede ser”. Afortunadamente, Ronaldo sentenció definitivamente la eliminatoria al final del partido a nuestro favor. Huelga decir que este señor, que lo es, no ha vuelto a aparecer por el santuario, es nuestro particular Barbosa (1). Ha tenido que escuchar excusas de lo más peregrinas para evitar su presencia, me consta, pero el fútbol no es deporte para gafes.

Talismanes personales


Respecto a mí mismo, como ya he dicho más arriba, no me considero supersticioso. Tengo un historial como aficionado que refleja un balance de talismán. He presenciado en directo dos copas de Europa de mi equipo, la 7ª y la 8ª, 12 Ligas, 3 copas del Rey y más títulos. Como todos los futboleros, eso sí, adjudico la condición de fetiche de la suerte a las prendas de vestir. A lo largo de mi vida han sido varias y variadas, pero hubo una por encima de las demás: tuve unos calzoncillos que gozaron de un porcentaje de victorias cercano al 100%. Duraron muchísimos años, a lo largo de ese tiempo llevé en secreto su condición y viví con verdadera angustia cómo se iban deteriorando. Así llegamos a un día de julio de 2.010 cuando sorprendí a mi mujer con ellos en la mano. Los llevaba haciendo una pinza con sus dedos y mientras me miraba dijo:
es-to-qué-es. La goma de la cintura estaba completamente pelada y la tela que formaban los pantaloncillos era completamente translúcida. Tuve que confesar aun a riesgo de que la prenda perdiera su condición de talismán. Pero no fue así. Como estarán adivinando, el 11 de julio de ese mismo año los llevaba puestos, no podía ser de otra forma. Luego de ese gran éxito, pasados unos días, tuvieron un funeral de estado, fueron a la basura envueltos en un ataúd de cartón. Una lástima que no hubiera lugar al reciclaje.

Como pueden leer en el encabezamiento de este su blog, uno de los objetivos del mismo es lograr que a quien no le guste el fútbol, cambie de opinión con historias como estas. Después de todo, los futboleros estamos un poco pirados, pero no se preocupen, somos gente de bien.



1.- Barbosa fue el portero de Brasil en el Maracanazo de 1.950. En el año 1.993 se acercó al hotel de concentración de su selección para saludar, pero no le permitieron el paso porque creyeron que les iba a traer mala suerte. Entonces pronunció su célebre frase: la pena máxima en Brasil por un delito son treinta años, pero yo he cumplido condena durante toda mi vida por lo que hice.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Zaz, una joya de cantante


Isabelle Geoffroy, también conocida como Zaz, no termina de cuajar todavía en España, pero es celebrada y seguida en países como Alemania, Serbia, Rusia, Turquía, Canadá, Japón y por supuesto en su país natal, Francia. El pasado mes de junio, un canal de la TDT la trajo a Madrid, a la terraza de la Casa Encendida donde apenas un centenar de afortunados fans pudimos ver el hasta ahora único concierto de Zaz en España. Poca relación para un país que visitó de niña con su madre, maestra de español, donde dio parte de sus primeros pasos musicales con una orquesta originaria del País Vasco y con un grupo llamado Don Diego, con los que aprendió ritmos jazz, cubanos, brasileños y música española. Allá donde va llena sus conciertos y siendo como es una artista comprometida, dona todos los ingresos de merchandising a la ONG Colibrí de París.

Su primer disco, del mismo nombre que su apodo artístico, ha vendido casi 2.000.000 de copias por todo el mundo. Su voz, grave pero femenina y ligeramente rasgada lidera los acordes de jazz, pop y
chanson que llenan sus canciones. También llaman a su estilo gipsy jazz, quizá este nombre venga alimentado por el look que gasta la cantante. Aunque los cortes de este primer disco pueden recordar esos ritmos trepidantes de la música tradicional gitana, lo cierto es que el LP va desde el pop de Le long de la route a baladas como La fée, pasando por Je veux auténtico hit de este primer trabajo. El CD se cierra con una canción digna de ser bailada como Ginger y Fred, cheek to cheek: Eblouie par la nuit.

El segundo disco de estudio de Zaz, Recto Verso, ha sido lanzado a la venta la pasada primavera y este mes de noviembre ha salido la versión deluxe del álbum. Si bien no abandona el espíritu del anterior LP, encontramos aquí un sonido más redondo, con arreglos más pop. Puede que por efecto de una producción más pulida se pierda un poco de velocidad en el ritmo pero a cambio ganamos más profundidad en los temas. Buena muestra de ello es el primer corte, la vital
On ira y el hit Comme ci, comme ça. Con J'ai tant escamoté parece que nos adentremos en una película de Jeunet y Caro en la que Dominique Pinon vendrá a mostrarnos su jeta de guiñol. Déterre es la desembocadura de la chanson en guitarras de puro rock & roll. Oublie loulou, cantada anteriormente por Aznavour, está hecha bajo un alarde vocal de Zaz a ritmo de ragtime. Nous devout es realmente una joya pop. Por último Laissez Moi nos adentra en el jazz años 20 del siglo pasado.

El concierto de la Casa Encendida fue todo un éxito. La cantante desplegó todo su encanto, tuvo una actitud en el escenario digna de los grandes de la música: ganas de actuar y de hacerlo bien, simpatía, guiños al público y vitalidad, mucha vitalidad. Todo ello acompañado de unos grandes músicos. Fue la primera de, esperemos, muchas veces. Ojalá vuelva pronto y cuando lo haga, no se la pierdan.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Gravity o el disfrute de lo audiovisual


Es posible que al llegar a la taquilla exista cierto reparo a la hora de ver una historia protagonizada por Sandra Bullock en casi su totalidad, también puede que uno mismo se descubra con la boca abierta a los cinco minutos de haber comenzado la película, por un lado maravillado ante lo que está viendo y por otro preguntándose cómo demonios han rodado este film.

La belleza de las imágenes y el detalle con que están rodadas, hacen que el espectador se vea sumergido en un torbellino de angustia, miedo y congoja que es la película Gravity. La astronauta Ryan Stone (Bullock) se encuentra de paseo espacial reparando un satélite acompañada del piloto Matt Kowalski (George Clooney) cuando comienzan los problemas. A partir de aquí la historia pasa de la soledad sobrecogedora a la acción trepidante que apenas nos abandona hasta el final del film. A posteriori, se podrán discutir aspectos del guión y de su desarrollo, pero realmente no se echa nada en falta y tampoco de menos. La historia es válida para los aficionados a distintos géneros cinematográficos. A pesar de ser una actriz quizá encasillada en la comedia romántica, Bullock recorre con su personaje un tobogán de emociones del que sale realmente fortalecida. Clooney, que lo mismo sirve para la acción que para el drama, aporta grandeza a la historia. Es de los mejores. Hasta cuando el espectador se encuentra encogido en la butaca del susto, logra sacarle una sonrisa.

Respecto al sonido, quiero destacar el uso que se hace del surround tanto en los efectos como en los diálogos. Si todavía no ha visto la película, al comprar la entrada sitúese en la parte central de la sala para que los distintos altavoces queden lo más equidistantes posibles de usted y si además el cine está dotado de escuchas para el sistema Dolby Atmos, mejor. Descubrirán y disfrutarán, por ejemplo, cómo los diálogos de la astronauta van de fuera a dentro del traje espacial, marcando sus correspondientes planos sonoros con todo lujo de detalles. Si están interesados, aquí tienen el
making of del sonido de la película.

Gravity, de Alfonso Cuarón.
Todavía está en la cartelera. No se la pierdan.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los mitos nunca se olvidan: Carlos Santillana


Para los madridistas de mi generación hay dos héroes sobre todos los demás: Juanito y Santillana. El mío era y sigue siendo Carlos Alonso. Hoy en día hay futbolistas mejores que él pero los mitos de la infancia nunca se traicionan, ocupan un lugar en el corazón del futbolero que es insustituible. Santillana ha representado los valores del Real Madrid como ningún otro. No era el jugador más rápido, ni el más fuerte, ni siquiera el más alto, pero él ha corrido, ha luchado y sobre todo ha volado más que nadie defendiendo su camiseta. Todavía hoy, si durante un partido las cosas se ponen feas, imagino que Luis Molowny -santificadas sean sus mangas- saca a Santillana a jugar para que marque un gol imposible en el minuto 89 y ponga boca abajo el estadio.

En aquellos años, los dorsales tenían connotaciones míticas y místicas, por la posición del campo que señalaban y
aún más por su carácter hereditario. El 9 de Santillana era sinónimo de gol y de remates de cabeza inverosímiles: tenía la habilidad mágica de quedar suspendido en el aire para dirigir el balón donde ni siquiera Walter Zenga podía llegar.

A pesar de las numerosas decepciones deportivas que sufrió Santillana a lo largo de su carrera, no dejó de ser un jugador clave tanto en la selección española como en el club de Chamartín. Era la época de las míticas remontadas: Derby County, Anderlecht e Inter de Milán se cuentan entre las ilustres víctimas de Carlos Santillana. Pero sobre todas ellas, sobresale el Borussia Moënchengladbach. Este gol, de puro delantero centro, marcado con el alma consumó quizá la remontada más increíble de todas ellas.

El relevo le llegó a Santillana en forma de quinta: la del Buitre y la denominada de los
machos. Con la llegada de las nuevas generaciones asumió su nuevo rol dentro del equipo sin queja alguna, hasta que un día de mayo de 1988 dijo adiós como sólo él podía hacerlo. Quien esto escribe estaba presente aquel día en el popular gallinero del Santiago Bernabéu y sinceramente no sabía dónde meterme para ocultar el agua que me brotaba de los ojos. Para mi generación, ha quedado eternamente en nuestro recuerdo que Juanito prepara el balón, lo pone en el área y Santillana mete gol. Es una suerte que este mito siga vivo, ojalá que por muchos años más. ¿Vamos a esperar a que ya no esté para homenajearle?

lunes, 11 de noviembre de 2013

Gente con barba, de Mr. E a los Red Sox


Hoy en día vemos mucha gente con barba por la calle, en nuestros entornos, en la vida cotidiana, vaya. Nada nuevo ni original, cuando volvieron a llevarse quien esto escribe se acordó de Jim Morrison, Doug Clifford o de los propios Beatles... años 60 ni más ni menos. Pero ¿cómo ha vuelto esta moda?
Quizá quien más ha hecho para que vuelva a la actualidad ha sido de nuevo la música. Grupos como Band of HorsesEels han hecho de la barba su santo y seña, reivindicando tal vez ese toque folk capilar con intenciones alternativas, calando en buena parte de sus seguidores. El pasado 28 de abril tocaban Mr. E y sus chicos en la sala Riviera de Madrid. Iba acompañado por un grupo de amigos y yo me quedé en la calle esperando a que uno de ellos llegara ya que tenía su entrada. Quedé con el resto del grupo en el interior de la sala, en una zona más o menos localizada. Puedo afirmar que el 98% de los asistentes lucía barba, desde las recortadas y cuidadas hasta las de proporciones bíblicas. Mis amigos lucían entonces y lucen ahora de estas últimas, pero aún así los encontré a pesar de la oscuridad de la sala -el concierto iba a empezar- y del ejército de barbudos que llenaba el recinto. La banda vestía chandal Adidas retro, como llevaban las selecciones deportivas de la extinta RDA en los años 80 con unas barbas largas y frondosas. Mr. E, subido a una tarima y agitando unas maracas como un enterrador luce su pala, por momentos me recordó a Tom Waits. El repertorio me sorprendió al ser rabiosamente rockero, esperaba un set list más pop y melancólico. Al final, mientras los pipas -también barbudos- recogían el escenario y las luces del escenario ya estaban apagadas, la banda regresó al escenario y regaló dos canciones a la mitad del aforo que todavía permanecía dentro de la Riviera. Todo terminó al grito unánime de ¡Sí-se-puede! entre caras de incredulidad y felicidad. Un gran concierto, sin duda.

Pero volvamos a las barbas. Justo un año antes, tuve la oportunidad de visitar Williamsburg, barrio de Brooklyn. Allí, entre tiendas de ropa, librerías y bares de música, las barbas campan a sus anchas. ¿Serían todos fans de este tipo de música o la barba venía dada por otro tipo de inspiración? Por aquel entonces, ya estaba más que extendido el término
hipster. Este anglicismo que todavía no contempla la RAE, hizo sentirme mayor ya que otras nuevas palabras que se incorporaban al vocabulario popular las conocía y sabía exactamente a qué se referían, pero con ésta reconozco que estoy fuera de juego. He oído diversas versiones: ser hipster, más que un look, es una actitud frente a la vida en cuanto a maneras de alimentación, seleccionando productos ecológicos, no industriales; hábitos de lectura muy segmentados, etc... Otra, más dominante, es la referida a la apariencia personal: pantalones pitillo, flequillo, gafas de pasta, gadgets de última tecnología y por supuesto, barba. Definitivamente no tengo muy claro qué es ser un hipster y si llevar barba convierte a quien la lleva en uno de ellos.

Por otro lado, el pasado 8 de noviembre, Almudena Ariza corresponsal de TVE en Nueva York, informaba en este reportaje que
un jugador de los Red Sox, equipo de baseball de la ciudad de Boston, decidió dejarse barba para ver si cambiaba la tendencia perdedora de la formación, no en vano la pasada temporada terminaron en los últimos puestos de la clasificación. A partir de ese momento, la suerte del equipo cambió por completo y empezaron a encadenar buenos resultados. El resto de la plantilla también se dejó crecer la barba, incluso el público acudía al estadio luciéndolas, naturales o postizas, haciendo causa común con el equipo, aportando entre todos un poco de esperanza. Pues bien, hace tan solo unos días, los Sox han ganado las series mundiales. Los jugadores llevaron el trofeo de campeones al punto donde estalló la bomba durante el maratón del pasado mes de abril, compartiendo un poco de alegría con la ciudad entera golpeada por el terrorismo.

Así, hemos visto diversos motivos por los que lucir una buena barba. Elija usted uno. Larga vida a la barba, a Mr. E, al rock & roll y a los Red Sox.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Kon-Tiki, la aventura contra la razón

Thor Heyerdahl es un joven aventurero noruego que vive en contacto con la población indigena de Fatu Hiva, una isla de la Polinesia durante los años cuarenta del siglo pasado, en la posguerra. Durante esa experiencia vital hace suya la creencia indígena de que la civilización nativa viene del Este, de Sudamérica, no del Oeste. La teoría que aceptaba mayoritariamente la comunidad científica en aquella época era que las islas habían sido descubiertas y colonizadas por poblaciones originarias de Asia.

Seguro de sí mismo y de poseer la razón, Heyerdhal se enfrenta al conocimiento contemporáneo y busca la manera de financiar el viaje que probará la exactitud de su teoría: recrear el viaje que hicieron los nativos sudamericanos desde las costas de Perú a la Polinesia. Lejos de hallar el dinero dentro de la razón científica, lo encontrará al provocar la vanidad humana. Así pues, el aventurero noruego logra realizar el viaje bajo la premisa de hacerlo con los mismos métodos que tenían los peruanos precolombinos, una balsa de madera atada con cuerdas y una vela decorada con la imagen del dios andino Kon-Tiki. Los únicos instrumentos modernos que llevaron consigo fueron un sextante y una radio con la que comunicar sus avances al mundo vía código Morse. Heyerdhal se rodeó para la aventura de cinco tripulantes de los cuales sólo uno sabía navegar. Confiado en poseer la razón, Heyerdhal no se desviará ni un ápice de la premisa del viaje, incluso si su propia vida y la de su tripulación corre serio riesgo.

Desde el momento de zarpar, el espectador se enfrenta a un largo espacio de tiempo en el que el único decorado es el océano Pacífico, una balsa de madera y cinco personajes, más bien seis porque hay que contar con el loro. Esta ave no consta si viajó originalmente, si así no fuera, hay que destacar el buen hacer de los guionistas Petter Skavlan y Allan Scott al incluirla porque pocas veces un personaje que en principio sólo puede ser decorativo desencadena tantas cosas.

Lo acontecido y filmado en la travesía deberían disuadir a todo aquel que prefiera ver esta película en la pantalla de un ordenador y no en la pantalla grande de un cine comercial, para muestra aquí tienen el trailer.La belleza de las imágenes y los ingredientes de la propia aventura hacen que el espectador se encoja en su butaca, sin caer la narración en los clichés del cine de terror, no queriendo ver lo que parece inevitable. Es aquí donde se ve si una historia está bien contada y Kon-Tiki lo está realmente.

En definitiva, esta película es la búsqueda de los límites sin importar el precio a pagar. ¿Por qué escalar montañas, navegar los océanos, atreverse a ir contra corriente, explorar territorios desconocidos?
Kon-Tiki es la respuesta.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El Atleti ha vuelto


El Atlético de Madrid ha vuelto, ya se puede afirmar con todas las de la ley tras ganar dos Copas de la UEFA, dos Supercopas y una Copa del Rey. Si en el fútbol a veces el éxito es un cúmulo de situaciones, en el caso del Atleti se da un estado de ánimo renacido tras más de diez años de deriva desde el descenso, un entrenador representativo y una serie de buenos jugadores que llevan unas cuantas temporadas juntos habiendo construido un bloque realmente temible.

Para un madridista empedernido que ha visto jugar al Atleti de Leal -con su sempiterno brazo vendado-, Ayala, Pereira, Dirceu pasando por el de Marcos Alonso, Clemente, Arteche -con
solo verle el bigote ya acojonaba-, Marina, hasta llegar al de Futre, Alemao, Donato, López y Juan Carlos, este equipo demostraba que era capaz de lo mejor y de lo peor: pendenciero, respondón y ganador ocasional que no frecuente. También era admirable esa sensación de minoría que arrastraban y arrastran los colchoneros. En aquellas mis clases de E.G.B. compartidas con cuarenta niños, treinta éramos madridistas, a cinco no les gustaba el fútbol, tres o cuatro siendo generosos eran del Atleti y el que resta, del Valencia, Sevilla o del Athletic de Bilbao... Durante un curso este chaval restante era del Barça, algo rarísimo en esos años al menos en mi colegio.

Este era el Atleti histórico hasta que le llegó la catástrofe en forma de presidente. Todo desembocó, como era de esperar, en el descenso a Segunda División. Cuando aquello se consumó, tras los primeros momentos de hilaridad, mensajes de texto, correos electrónicos, pps
o gifs a los amigos y conocidos atléticos, me invadió una sensación, no de tristeza, sino de desazón y de cierto vacío. La realidad era que la temporada siguiente no iba a haber derby en el Foro, no íbamos a ir al Calderón. Porque de eso se trata, de jugar infinitas veces contra ellos, ganarles y si es posible vapulearles, saldar cuentas pendientes. Un buen compañero de trabajo, argentino hincha de River Plate, cuando le mostré mi solidaridad por su descenso a la Nacional B (todo madridista debe tener simpatía y agradecimiento a River por don Alfredo Di Stefano), me hablaba también de esa extraña sensación que encontró en los aficionados de Boca.

Así pues, el Atleti ha vuelto, parece. Esperemos que aguante por la salud de este campeonato de Liga que ha llegado a ser, demasiado, de dos. Ojalá otros puedan volver también. Regresan las cuentas pendientes.

lunes, 4 de noviembre de 2013

The Clash Sound System. Turning rebellion into money?


Recuerdo estar buceando en la colección de Lp's que hay todavía en casa de mis padres cuando rondaba los doce o trece años, lo que significa estar a mediados de los años 80. Allí se juntaba toda la discoteca familiar: ópera, pop, rock, crooners... Los discos que llenaban mi tiempo por aquellos días eran: “Cuatro rosas” de Gabinete Caligari y “¿Dónde estabas tú en el 77?” de Loquillo y los Trogloditas. Habiéndome aprendido ya de memoria estos dos discos, buscaba algo nuevo que escuchar. Entonces descubrí una carpeta verde con una foto en blanco y negro en la que aparecen tres tíos con cara de mala leche en un callejón. El disco que estaba a continuación en el motón de vinilos era uno amarillo, con letras negras impresas y una tira de color salmón que dibujaba en su interior caracteres amarillos a distintos tamaños. Me llamaron realmente al atención, así que sin perder tiempo saqué primero el amarillo. Coloqué la pestaña de r.p.m. del plato en 33, pasé un paño húmedo por el disco y coloqué con la mayor suavidad posible la aguja en el primer surco.

La revolución que supuso en mi cabeza escuchar por vez primera los golpes rítmicos del bombo y los guitarrazos de introducción de “Holidays in the sun” permanece vívido en mi memoria, así como los himnos “God save the Queen” (casi cuarenta años después ¿dónde están los Sex Pistols y dónde está Isabel II?), “Anarchy in the UK”, etc.

Después de “EMI”, uno de los mejores cierres que puede tener un LP, le tocó el turno a la carpeta verde. “Janie Jones”, “White riot”, “Career opportunities” -de máxima actualidad- vinieron a confirmar lo experimentado con el “Never mind the bollocks.” A partir de ese día, mis pantalones crecieron de largo y encogieron de ancho, el pelo creció y en cuanto podía lo ponía de punta; a escondidas de mi familia me ponía una cadena al cuello cerrada con un candado (les recuerdo: tenía doce o trece años), e intentaba robarles a mis hermanos chupas de cuero para salir a la calle. Grabé los dos LPs en una cinta para escucharlos en el walkman mientras iba a renovar mi vestuario a Marihuana Bronca Total, una tienda de camisetas que todavía está en el Rastro, y de paso, al Discoplay de Los Sótanos de la Gran Vía donde con los ahorros que conseguía reunir poco a poco, me hice con toda la discografía que faltaba en casa de estos grupos. Lógicamente, con los Sex Pistols lo conseguí pronto, no así con The Clash cuya trayectoria fue mucho más amplia y más rica en lo musical. Estos dos discos fueron los que me cambiaron la vida y The Clash se convirtió para mí en el grupo, mi grupo, vendrían muchos más y los que faltan por venir todavía, pero ninguno será como ellos.

A pesar de que los llevo muy dentro, no puedo evitar sentirme decepcionado con ellos ya que semanas atrás ha salido a la venta “The Clash Sound System”, la enésima reedición de la discografía del grupo. Empaquetada en una caja que imita a un radio cassette incluye: la remasterización digital de sus cinco LPs -ningún buen seguidor de The Clash considerará “Cut the crap” como parte de la discografía del grupo-, DVD's con vídeos promocionales e imágenes no vistas antes de la banda, reproducciones del fanzine “Armagideon Times” y productos de merchandising.

Después de publicar en 1988 “The Story of The Clash Vol.1”, en 1991 “Clash on Broadway”, en 1994 “Super Black Market Clash”, en 2003 “The Essential Clash” y en 2006 “The singles Box set” suena un poco a tomadura de pelo publicar ahora esta nueva recopilación y bien que me duele decirlo. ¿Qué hay detrás de todo esto? Quiero creer que la necesidad económica de Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon y los herederos de Joe Strummer. Todos tenemos facturas que pagar a fin de mes, ellos no son una excepción y si es así el caso, mejor mirar hacia otro lado. Los nuevos fans que por razones de edad se vayan incorporando tienen a su disposición los discos en cualquier tienda física o virtual y a un precio razonable. ¿Una nueva remasterización justifica todo esto aunque los propios músicos hayan estado implicados directamente en ella?