El
miércoles se consumó el
desastre de la selección española de fútbol,
no por la temprana eliminación en sí, estas cosas pueden pasar: un
par de resultados ajustados, un goal
average
en contra o simplemente un mal día te puede dejar fuera. El desastre
ha venido por la
forma en que se ha producido.
El equipo español ha estado desconocido, en el aspecto físico los jugadores estaban como muertos, todas las decisiones de juego han sido erróneas y peligrosas, el centro del campo ha estado desaparecido, los delanteros apenas rascaban bola y cuando la tocaban, no han tenido sensación de peligro nunca. La defensa, particularmente, ha estado desastrosa, blanda, sin velocidad, despistados en la marca. El balance de goles lo dice todo: un sólo gol a favor, siete en contra en sólo dos partidos. Se salvarían de la quema Iniesta y Silva, los únicos que dieron la sensación de hacer algo o por lo menos intentarlo.
www.sefutbol.comEl equipo español ha estado desconocido, en el aspecto físico los jugadores estaban como muertos, todas las decisiones de juego han sido erróneas y peligrosas, el centro del campo ha estado desaparecido, los delanteros apenas rascaban bola y cuando la tocaban, no han tenido sensación de peligro nunca. La defensa, particularmente, ha estado desastrosa, blanda, sin velocidad, despistados en la marca. El balance de goles lo dice todo: un sólo gol a favor, siete en contra en sólo dos partidos. Se salvarían de la quema Iniesta y Silva, los únicos que dieron la sensación de hacer algo o por lo menos intentarlo.
¿Cómo vive un partido como éste un hincha de fútbol? Pues en mi caso se comienza a ver el partido con esperanza por una buena reacción, enseguida se ve que no va a ser el día pero mientras el resultado no se moviera del 0-0 inicial, cabe esperar el milagro. La situación se va agravando y a medida de que esto va pasando uno se va hundiendo en el sofá progresivamente. Poco después de empezar la segunda parte, cualquiera se podía dar cuenta de que aunque el partido durase tres días España no iba a meter un gol ni a tiros.
Una vez llegados a esta situación, ante un desastre irremediable, lo que yo hice fue abrir el mejor vino que tenía en casa, me serví una copa y brindé por esta generación de jugadores que tantas alegrías me ha dado y que estaba a punto de decir adiós. Como he comentado en el post anterior a éste, nadie ha ganado Eurocopa, Mundial y Eurocopa en una tacada, ni la siempre temible Alemania, ni la siempre competitiva Italia, ni la genial Francia, nadie salvo esta generación de futbolistas españoles lo ha conseguido. Muchos jugaron el miércoles, seguramente, su último partido con la selección, alguno seguirá, no sé qué hará el seleccionador. Lo que no negará nadie es que este equipo no se merecía este final tan triste, ni de lejos. Nos quedará el recuerdo de Viena, Johannesburgo y Kiev, para siempre.
Sí... "Siempre nos quedará Johannesburgo..." :) El fútbol es como un gas inestable. Tan pronto se comporta de forma lineal como que estalla en mil pedazos de emociones contradictorias. ¿Qué hubiera ocurrido si Silva hubiera sido más generoso contra Holanda y se la hubiera cedido a Costa para empujar el 2-0? ¿Y si Busquets hubiera hecho casi lo más fácil, que era meterla, acortando distancias contra los chilenos? En fin, no sé. Quizá hubiera sido "engordar para morir" contra Brasil en cuartos. El resumen de todo esto ("gratitud eterna") es que tras ver caer a España de manera tan deshonrosa, descolgué el teléfono y compartí la pena con mis hijos a 600 kms. de distancia. Con 10 y con 8 años, ellos sólo han visto ganar a España, así que sus críticas eran mucho mayores que las de su padre cuarentón, que hasta 2008 llevaba 38 años viendo palmar a su Selección. Vendrán nuevos triunfos. Solo espero no tener que esperar otros 38 años... :)
ResponderEliminarEstimado Antonino:
EliminarEfectivamente hay veces que la línea que separa el desastre de la felicidad absoluta es muy delgada. En esta ocasión, desgraciadamente, no ha sido así. ¿Quién sabe si hubiera entrado esa ocasión de Silva? Pero las cosas son como son y no como pudieron haber sido. La verdad es que no hemos tenido opción. Y no hay excusas, ni arbitrales, ni cansancio, ni calendario que valga. En la historia de esta generación, habrá un último parrafo contando este desaguisado, pero el resto del libro será emocionante e inolvidable. Pobres los niños de hoy en día, tan acostumbrados a ganar, pero así es la vida, lástima que la derrota haya venido de esta forma. Yo también confío en que volvamos a hacer algo grande muy pronto.
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