Hoy
vuelve
a jugar España
después del grave
descalabro
del viernes pasado, no por la derrota en sí misma sino por
la forma,
inadmisible para el actual campeón del mundo. Está más que
comprobado en el fútbol profesional que si no sales al césped con
la actitud
y las ganas
necesarias, te
pintan la cara,
te llames como te llames.
El estadio era el mismo para los dos equipos, el calor y el alto porcentaje de humedad también, nada hubo que reprochar al árbitro... mejor no buscar excusas, en la segunda mitad nos pasaron por encima. La única duda es si se hubiera materializado el 2-0 en aquella ocasión tan clara que precedió al empate a uno.
El estadio era el mismo para los dos equipos, el calor y el alto porcentaje de humedad también, nada hubo que reprochar al árbitro... mejor no buscar excusas, en la segunda mitad nos pasaron por encima. La única duda es si se hubiera materializado el 2-0 en aquella ocasión tan clara que precedió al empate a uno.
Pero las cosas en el fútbol no son como empiezan, son como acaban. Este grupo de jugadores ha conseguido lo que ninguna selección europea, ninguna: ni la Alemania de Beckenbauer ni la de Mathäus, Brehme, Klinsmann, ni la Francia de Zidane, ni la Italia de Zoff, Rossi, Tardelli, ni la de Cannavaro, Pirlo, Maldini, ni por supuesto, la Holanda de Cruyff ni la de Robben.
España es un país cainita, ya lo sabemos. Lo conseguido por esta selección hubiera sido motivo de constante admiración y homenaje en otros lares, como por ejemplo Inglaterra, el amor que tienen los británicos por sus cosas, ya se sabe. Aquí, ya hemos visto desde el viernes por la noche, la pira ya estaba en marcha aun cuando quedan dos partidos. Las posibilidades de clasificación han disminuido, pero no es imposible. Además, visto el resultado del martes por la tarde, se puede dar el caso de que la exultante Holanda, con su vuelta olímpica incluida después de haber ganado sólo un partido, se tenga que enfrentar a Brasil, mientras España si quedara segunda haga lo propio con Croacia o México. Así que por lo menos, un poco de respeto y confianza en aquellos que nos han dado tanto.
Mención aparte merece el seleccionador Vicente del Bosque. Algunos argumentan que tras su bonhomía y humildad se esconde un estómago agradecido, un suertudo que oculta su ignorancia futbolística en una generación excepcional de jugadores. Entonces 10 años de jugador en la primera plantilla del Real Madrid, otros catorce de director de la Ciudad Deportiva y cuatro como primer entrenador del Real Madrid, donde ganó dos Ligas y dos Copas de Europa (una de ellas con Míchel Salgado, Karanka, Ivan Campo, Raúl y Morientes de titulares, conviene no olvidar esto, los galácticos vinieron después) no sirven para nada, bueno sí, para ganarse un despido en un pasillo después de ganar una Liga y más de 30 años de servicio al Madrid. Más o menos como Bill Shankly o Bob Paisley en Liverpool.
Que la lista de mundialistas es mejorable, es posible, hay muchas verdades a este respecto, pero hoy no van a jugar ni Negredo, ni Gabi, nadie que no esté en la selección va a jugar mañana. Tengamos un poco de fe y de espíritu, este grupo se lo ha ganado. Si toca perder y volver a casa, que sea con la cabeza bien alta, no como el viernes. Y con la misma deportividad que el otro día. Un equipo de leyenda no se merece otra cosa.
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