Hace
unos días, disponía de un poco de tiempo libre y estaba por las
inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu,
así que decidí aprovechar para hacer lo que llaman el Tour del
Bernabéu, es decir visitar el museo, los vestuarios, etc... No era
la primera vez que lo hacía, desde luego, ni tampoco será la
última, seguro.
A lo largo del recorrido se ofrece al visitante distintas panorámicas del campo. En una de ellas, en el Primer Anfiteatro del Lateral Oeste -antigua Preferencia-, mientras los turistas iban y venían me quedé pensando, contemplando el graderío vacío en silencio, el por qué de todo esto, por qué cada quince días me dirijo sí o sí hacia Chamartín, por qué siento esa angustia días antes de un gran partido...
A lo largo del recorrido se ofrece al visitante distintas panorámicas del campo. En una de ellas, en el Primer Anfiteatro del Lateral Oeste -antigua Preferencia-, mientras los turistas iban y venían me quedé pensando, contemplando el graderío vacío en silencio, el por qué de todo esto, por qué cada quince días me dirijo sí o sí hacia Chamartín, por qué siento esa angustia días antes de un gran partido...
No tiene mucho sentido, desde luego. Económicamente tener un abono en el Bernabéu para asistir a todos los partidos de Liga, Copa y Copa de Europa supone un esfuerzo importante y bastantes privaciones, la cantidad de viajes que podría haber hecho con el dinero que he gastado en el Madrid, por ejemplo. Ponerse de mal humor ante las derrotas a pesar de dejarte la garganta animando o dar botes subido a tu asiento, abrazarte a desconocidos y gritar como si no hubiera un mañana con las victorias no es propio de una persona adulta. Tal vez sea la vinculación física y sentimental a un mismo lugar, estar tantos años acudiendo a un mismo sitio, haberlo visto transformarse por fuera y por dentro, tal vez sean los valores que iban pasando de generación en generación de futbolistas y espectadores, iban sí, ahora no estoy tan seguro.
En las horas tan bajas del Real Madrid que vivimos actualmente, institucionalmente hablando, sumado al 'profundo cariño' que buena parte de la afición muestra por nuestros propios mitos desde hace ya mucho tiempo, he intentado alejarme, poner distancia, algo de sensatez en este sin vivir que es ser madridista, futbolero en definitiva, pero ha sido de todo punto imposible: el día de partido, aunque uno no quiera, se encuentra por todas partes con los resultados; si por cualquier motivo estoy lejos del Bernabéu cuando hay fútbol, me invade la inquietud por lo que estará pasando allí, los goles, una jugada excepcional, en definitiva perder el hilo de lo que acontece en el Club día a día.
Esta noche hay un gran partido de semifinales de Copa de Europa, contra la Juve, ni más ni menos. Sólo espero, sólo pido que el ambiente sea el de las grandes ocasiones, pase lo que pase. Porque aunque en el Santiago Bernabéu a veces no se viva una atmósfera ideal, el espíritu de Pirri, de Santillana, de la Quinta, de Raúl tiene que aparecer hoy. Con este sentimiento, puedo asegurar que no hay cura para el madridismo, doy fe.
Como aficionado al Barcelona, me hubiese gustado Barça-Madrid y más estando en Berlin. No pudo ser. El tema de la afición en Madrid, y en general en España creo que nos queda mucho por aprender...Lo de Casilla es un claro ejemplo.
ResponderEliminarHola +Ruben Yague.
EliminarPues sí, era la final deseada, imagino que para los que estáis allí hacía ilusión ¿quién sabe? Igual la temporada que viene se da.
Tienes toda la razón respecto a las aficiones en España, echo de menos el ambiente y la fidelidad que se puede ver en los equipos ingleses entre los jugadores y la afición. Un caso como el de Ryan Giggs aquí es muy difícil que se produzca, una pena la verdad.
Muchas gracias por leer el post y dejar tu comentario.
Un saludo.