Philomena, cuando los lobos cuidan de los corderos
Reconozco
que no tenía ni idea de
qué iba
la película. Cuando alguna me atrae bien por los actores, por el
director o bien por el cartel, procuro no saber nada de su argumento
para no
llegar condicionado
por nada al cine. Y la verdad es que Philomena
me ha gustado, y mucho, aunque uno salga indignado después de
verla.
Philomena,
personaje real interpretado por Judi
Dench
que da nombre a la película, es la historia de una mujer irlandesa
que quedó embarazada muy joven y fue
enviada por su familia a una institución
religiosa
donde dieron
en adopción a su hijo
en contra de su voluntad. 50 años más tarde se encuentra con un
periodista
un tanto estirado
que se encuentra en paro -Steve
Coogan-
al que le cuenta su historia, mantenida en secreto por ella misma. En
un principio, la confesión de Philomena
no atrae en absoluto al plumilla, pero en cuanto empieza a tirar del
hilo, se implica en la búsqueda
del hijo de Philomena
bajo la premisa de escribir un reportaje a cambio.
Estos dos
personajes son los que llevan el peso de la narración. Judi
Dench está para llevársela a casa,
si me permiten la expresión. Los que ya vamos teniendo una edad y
por tanto, nuestra madre también, seguramente veamos
en Philomena muchas cosas que nos recuerden a ella:
la manera de contar las cosas, sus reacciones, el paso del tiempo en
el rostro... y sobre todo la mirada, esa
mirada que sólo una madre puede tener.
Por Steve
Coogan
reconozco que tengo debilidad desde que le vi en Coffee
& Cigarrettes
y sobre todo haciendo del productor musical Tony
Wilson en 24 Hours Party People;
impagable esa secuencia dónde recompra la cinta master
que tiene registrada la mezcla definitiva del nuevo disco de los
Happy
Mondays.
Coogan interpreta aquí a Martin
Sixmith,
periodista despedido de la BBC, estirado
y un tanto prepotente.
Destacable es la evolución del personaje de Coogan a lo largo del
metraje mediante su interpretación: del rechazo a la empatía, del
“vaya
cretino”
al “bien
dicho, joder”.
Steve Coogan coproduce la película y firma con Jeff
Pope
la adaptación del libro original de Sixmith
al cine.
Sobre el
argumento...
qué decir... Debe
ser desolador
estar en medio de esta situación y no recibir ayuda. Primero de tu
propia
familia,
luego por las personas que, se supone, actúan guiados por la caridad
y la misericordia. Que gente de estas características existe
dentro de la Iglesia es verdad, no nos engañemos, pero flaco
favor
se hacen a sí mismos y a los que sinceramente y de corazón ejercen
los valores del cristianismo, aquellos
que pretenden ocultar ésta y otras historias de abusos,
de autoritarismo radical, de humillación al pobre, al diferente, al
humilde... No sé si existe la justicia divina, pero sí la humana y
ante ella deben comparecer los culpables. Callar
y ocultar estas situaciones
no es otra cosa que poner
a los lobos a cuidar de los corderos.
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