Matthias Sindelar supo decir que no
¿Qué
haría
usted
si su país fuera invadido
por una potencia extranjera y además ésta empezara una persecución
contra usted y los
suyos?
Esto fue lo que le pasó a Matthias
Sindelar,
héroe austriaco elegido popularmente como el mejor
deportista del siglo XX
de su país.
Sindelar
formó parte del llamado Wunderteam,
aquella selección que deslumbró
en el Mundial de 1.934
en Italia. Cuatro años antes fue una de las selecciones europeas que
no viajaron hasta Uruguay por lo lejano y costoso del viaje,
perdiendo
así una oportunidad
de lograr un resultado histórico.
Delantero del Austria de
Viena, Sindelar era conocido como el Mozart
del
fútbol
o como el
hombre de papel
por su extraordinaria fragilidad. Su
juego era fuera de lo común
dominando tanto el gol como el control del balón. Ganó tres Copas
de Austria con su equipo.
En 1.938 Alemania
anexiona Austria,
el Anschluss.
Esto suponía el fin como nación de Austria a todos los niveles,
siendo el deportivo uno más. Alemania
había hecho un papel muy discreto
en el torneo de fútbol disputado en
los Juegos Olímpicos de Berlín
en el 36. El mundial que se iba a celebrar en Francia en 1.938,
último antes de que se abrieran por segunda vez las puertas del
infierno, suponía para Alemania la oportunidad de sacarse
la espina del fracaso olímpico.
Y ahora podrían
contar con los mejores jugadores austriacos.
Así
pues, poco tiempo después del Anschluss
se celebró en el estadio Prater de Viena un partido
entre las dos selecciones
que pronto iban a ser una sola, a
modo de despedida del anexionado
y de bienvenida
del invasor. Corría el rumor de que los
locales recibieron consignas
para dejarse ganar para así obtener Alemania una victoria
propagandística. El propio Sindelar
falló aposta
goles cantados durante la primera parte. Después del descanso Karl
Sesta
y Sindelar
marcaron
dos goles.
En la celebración de uno de ellos, se
dirigieron al
palco,
repleto
de altos cargos nazis
y
Sindelar inició una danza
burlesca
dirigida a todos ellos.
Como era de esperar, nunca se lo perdonaron.
Una vez unificada
la selección,
le ofrecieron a Sindelar
la posibilidad de unirse a ellos, pero se
negó
en redondo. El Mozart
del fútbol,
con raíces judías así como su novia italiana, odiaba a los nazis y
no podía soportar la suerte que corrió su país. Aparecieron los
dos muertos el 23 de enero de 1.939. Los
motivos nunca se aclararon del todo,
lo que sí está documentado fue el seguimiento
al que le tenía sometido la
Gestapo.
La versión oficial
decía que se habían suicidado con el gas, aunque nadie se encontró
una llave abierta o desperfecto alguno en las conducciones. Sus
amigos solicitaron un funeral
de estado,
pero los
alemanes
lo negaban
al considerarlo un suicidio. Ante la presión de los mismos y por la
conmoción popular, los nazis cedieron
cambiando el dictamen
de suicidio por el de intoxicación por monóxido de carbono. Miles
de personas
despidieron a Matthias Sindelar por las calles de Viena. Su tumba se
ha convertido en lugar
de peregrinaje
para aquellos que recuerdan a los héroes.
Como ya sabrán,
uno de los objetivos de este blog es aficionar al fútbol a la gente
que no le gusta, espero que con historias como esta lo logre. Con
Matthias Sindelar podemos decir que hubo gente del fútbol que dio un
paso al frente cuando la situación se estaba poniendo muy peligrosa.
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