En Textos de Amor y Odio se habla de cine, literatura, música y de fútbol. La intención no es otra que crear debate y ofrecer pistas que pueden ser interesantes para el lector. Entren libremente, marchen sin novedad y dejen algo de la felicidad que traen.
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miércoles, 21 de octubre de 2015
Raúl, Raúl, Raúl, Raúl
Desde que hace unos días Raúl anunciaba su retirada definitiva como futbolista profesional, no por ser esperada y lógica es menos triste, pensaba en el mejor gol que había marcado, de entre todos ellos uno que reflejara cómo era, es todavía, en el césped. Afortunadamente los madridistas disfrutamos muchas dianas suyas y de todos los colores, desde los que son realmente espectaculares a los que delataban su condición de estratega: cómo colocarse, cómo buscar el hueco, estar donde nadie estaba o donde nadie llegaba. Muchos de sus detractores le reprochaban que fuera un goleador que sólo la empujaba a la red, algo así como un palomero, como si esperar el fallo del rival -o provocarlo- o estar colocado en el sitio indicado fuera fácil.
Sin duda alguna, uno de ellos fue el de su debut en el Bernabéu con el primer equipo en Liga, ni más ni menos que contra el Atleti, todo un golazo, por ser el primero quizá sea de los mejores. También podría ser el que marcó al Rayo en 2001para aprender a no perder nunca la referencia de la portería. Otros podrían ser el que marcó al Barcelona en las semifinales de la Copa de Europa del año 2002, o el que marcó en el Vicente Calderón luego de haberle roto la cintura a López en 1997, pero no, creo que el gol que mejor refleja cómo era Raúl en el campo fue su gol en la final de Glasgow: desmarque, prodigioso saque de banda de Roberto Carlos de casi 30 metros, sin perder de vista el balón Raúl, con un solo y preciso toque, pone el balón fuera del alcance del portero del Leverkusen. Inteligencia, toque, siempre atento para provocar y aprovechar el fallo del rival, conocimiento del juego, es decir, Raúl. Otro aspecto que define a Raúl con este gol es que todo el mundo relaciona la Novena Copa de Europa con la volea mágica de Zidane, pero pocos reparan en que el gol de Raúl fue tan importante para el triunfo como el del gran jugador francés y nunca se le ha escuchado una reivindicación en este sentido.
Muchos critican que Raúl era de tal forma, o de aquella, que hacía y deshacía a su antojo tanto en el Real Madrid como en la Selección Española. Muchos deben haber estado en el vestuario del Bernabéu o en las concentraciones de la Selección, tal es la seguridad con la que hablan de Raúl. El hecho objetivo, lo que hemos visto todos durante quince temporadas es que Raúl ha sido un futbolista ejemplar, leal en el césped, de comportamiento deportivo casi intachable. Como aficionado madridista sabía que cuando jugaba Raúl la camiseta iba a ser honrada, sabía que se iba a esforzar al máximo, sabía que si tocaba perder, con él en el campo, el equipo rival lo iba a tener muy crudo. El hecho objetivo es que nadie del mundo del fútbol habla mal de él.
Si bien el público habitual del Bernabéu, tan cainita con sus propios jugadores, le mostró el respeto que otros mitos madridistas no han disfrutado, muchos no le perdonaron que dejara de ser un 9 en todas las facetas del juego para ser un 8 y eso para algunos es casi un insulto, una osadía que no se puede permitir. Así, Raúl se despidió del Madrid un día de verano de 2010, con cuatro despistados que pasaban por Concha Espina ese día, rumbo al Schalke 04. En tan solo dos temporadas, los hinchas del club azulón asumieron a Raúl como un héroe, le quisieron allí abierta y públicamente, agradecidos porque el jugador madrileño colaborara activamente en llevarles a las semifinales de la Copa de Europa de 2011 y a ganar la Copa de Alemania ese mismo año. Al final de la siguiente temporada, el Schalke dedicó una despedida tan cariñosa, sencilla y emotiva a Raúl que hizo que al madridismo se le cayera la cara de vergüenza. Se puso remedio a esta situación y el equipo catarí que fichó a Raúl después de su aventura alemana, fue invitado al Trofeo Santiago Bernabéu. Fue algo precipitado, pero se hizo y Raúl pudo despedirse de los madridistas en su estadio, lleno, dando la vuelta de honor y saludando en el centro del campo, como se despiden los héroes.
Raúl deja el fútbol, para quienes le vimos desde su primer partido al último, se nos va parte de nuestra vida como futboleros. El 31 de octubre, el New York Cosmos, postrer parada de Raúl, al finalizar la temporada regular de la NSL, le dedicará una despedida muy especial a él y a Marcos Senna. Ya en noviembre, le queda el reto de llevar a su equipo a ganar el campeonato, cuando empiezan los playoffs. Es su último reto, no duden que se dejará la piel en conseguirlo. Y es que Raúl es muy grande, irrepetible.
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