Thomas
Van Hasenbroeck cree que siendo un recién nacido fue
intercambiado con su vecino
Alfred cuando se produjo un incendio en la maternidad, cree
recordarlo vivamente. Mira con envidia cómo el padre rico
de Alfred colma de regalos a su
hijo, pero sobre todo mira cómo su hermana de la que cree estar
enamorado -es un niño y piensa que no tienen lazos de sangre- hace
caso a Alfred y no a él. Sin embargo, Thomas no es capaz de ver que
su padre es un tipo encantador, alguien que les toca en el piano de
casa a sus hijos Boom
de Charles Trenet no
puede ser mal tipo; no ve que su familia no tiene nada que envidiar a
ninguna otra.
Débil de carácter, Thomas sufre el acoso de los niños de su barrio, quienes le llaman despectivamente Van Chickensoup mientras se burlan de él y de su hermano, que tiene síndrome de Down. La trágica muerte de su padre y de su hermana no hacen sino acrecentar la sensación de Thomas de estar viviendo una vida que no le corresponde.
Toto, el héroe, rodada en 1991, habla de la frustración vital, de las ausencias, de lo cabrona que puede llegar a ser la infancia, de los temores de la vida adulta, de las envidias insanas. Llama la atención la ambientación de la película, si bien hay detalles del vestuario y de peluquería que delatan la fecha del rodaje -esas camisas anchas, esas gafas, esos peinados de los 90- logra que en los numerosos saltos en el tiempo de la narración, el espectador no tenga claro en qué época se encuentra. La realización rescata detalles del cine clásico, juegos de luces y sombras.
De esta cinta, primer largo de Jaco Van Dormael después de varios cortos y documentales, podríamos decir que es como Érase una vez en América pero sin trama mafiosa, con toques de surrealismo, de ternura, de magia, con un poco de odio y algo de amor. La historia cuenta con un final ciertamente poético y bello. La película está protagonizada por Michel Bouquet, Jo de Baker, Thomas Godet, Mireille Perrier, Peter Böhlke y Klaus Schindler, el guión está escrito por Didier De Deck, Pascal Lonhay, Laurette Vankeerberghen y el propio Jaco Van Dormael.
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