Habían
pasado 9 años desde la primera visita
de los Ramones
a España, allá por 1980. En mi casa había un monumental póster
del concierto, en Madrid se celebró en la antigua Plaza de Toros de
Vista Alegre. Tenemos testimonio de ésa primera visita gracias a este reportaje del mítico programa de Ángel Casas 'Musical
Express' que
ha subido un aficionado a youtube. En 1980, los Ramones estaban
todavía intentando llegar a lo más alto, en 1989 empezaban a
alargar el final inevitable.
Diseño: Arturo VegaEl concierto que se celebró en el antiguo Pabellón del Real Madrid, del que el mes pasado se cumplieron 26 años, tuvo unos prolegómenos un tanto tensos. Fue salir de la estación de Metro de Begoña, que por aquel entonces formaba parte de la línea 8, y encontrarse con anti disturbios por doquier, carreras por la Castellana, registros, etc... Una vez dentro del Pabellón, como bien se puede ver en esta pieza del programa 'Rockopop', había mucho humo, lo que ahora sorprende, mucha cara de mal humor y mucha gente dispuesta a pasarlo bien. De repente se apagaron las luces del Pabellón y atronaron los acordes de 'El bueno, el feo y el malo'. Los colores azul, rojo y blanco iluminaron el escenario y empezó el concierto, a toda velocidad. La pista y las gradas laterales estaban abarrotadas, no así el fondo contrario al escenario, donde vi el concierto con mis amigos. El Pabellón de la antigua Ciudad Deportiva no era, ni de lejos, por mucho cariño que se le pudiera tener a ese recinto por motivos deportivos, el mejor escenario para un concierto. Los Ramones tampoco pusieron mucho de su parte. Lo que recuerdo es que el set list iba cayendo a una velocidad vertiginosa, sin respiro, acababa una canción y 'one, two, three...' la siguiente, rápido, rápido.
Apenas una hora y pico después de comenzar el concierto, Johnny, Joey, Dee Dee y Marky abandonaron el escenario. Todo el personal pensó que volverían para los bises, había sido muy poco tiempo, pero no, no volvieron. En cuánto se encendieron las luces del Pabellón, la gente se cabreó mucho, sobre todo los de las primeras filas. Cuando los pipas empezaron a recoger el escenario, el público comenzó a tirar al escenario vasos, latas y todo lo que tenía a su alcance. Tuvo que salir alguien de la organización a pedir comprensión, había que entender que el concierto tenía su duración y aquello se había acabado. Este hombre, valiente, hay que reconocerlo, mientras esquivaba objetos voladores perfectamente identificados, logró calmar el monumental pollo que se allí se había montado.
Ya en los años 90, los Ramones volvieron a España muy a menudo. Les vi por lo menos una vez más en el mismo lugar. En esta segunda vez, coincidí en la pista con el dueño del Nueva Visión, que había confeccionado una pancarta gigante con el mítico logo de la banda neoyorkina mientras debajo de ella la gente botaba sin parar. Cada vez venían con más frecuencia, los recintos donde se celebraban los conciertos cada vez eran más pequeños, hasta que dejaron de venir. Luego vimos en el documental End of the Century que ser un miembro de los Ramones no había sido nada fácil, más bien al contrario. La pena es que murieron si dirigirse la palabra entre ellos después de haber sido una banda fundamental e influyente en el rock. Por cierto, mi camiseta era blanca.
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