Ajetreado
año ha tenido Jim
Jarmusch
con el estreno de Gimme
Danger,
el documental sobre la historia de Iggy
Pop y The Stooges,
y de Paterson,
su duodécimo largo, galardonado en el último Festival de Cannes con
el Premio Palm Dog. Lo cierto es que esta cinta sigue la línea
marcada por Jarmusch desde su inicio, Paterson es una nueva rama en
el árbol sustentado por las raicea de Down
by Law, Mistery Train y Night On Earth.
Paterson es un conductor de autobuses de línea en una ciudad con el mismo nombre que escribe poemas a mano en su tiempo libre. Lleva una vida rutinaria: después de trabajar vuelve a casa, saca a pasear al perro, toma una cerveza en el mismo bar donde charla con los mismos parroquianos. Paterson contrasta con su mujer, siempre inquieta, cambiando constantemente la decoración de la casa, ella diseña su propia ropa mientras hace planes de futuro.
Paterson es una historia donde la acción transcurre con la suficiente pausa para darle una capa de cotidianidad sobre la que no se echa de menos más dramatización; donde nuestro protagonista, personaje con el que es muy fácil empatizar, nos abre su universo personal a través de sus poemas: sus inquietudes, temores, sus emociones. Juegos de nombres, sutiles toques de humor, paisajes urbanos rodados en camara car, buena música, cierta dosis de surrealismo... en definitiva Paterson es un claro ejemplo del buen cine de Jim Jarmusch, una buena muestra de que una vida sencilla es tan perfecta o imperfecta como otras. Paterson es una buena historia donde los dramas se miden por su importancia, no por lo que parecen ser. Véanla, todavía está en la cartelera.
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