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lunes, 19 de enero de 2015

Una casa de tierra, de Woody Guthrie


He conocido la existencia de Una casa de tierra por puro azar, un día, navegando por una red social, encontré a un usuario que se disponía a devorarlo. No me costó encontrarlo en una librería, eso sí, me llevé el último ejemplar disponible. Leyendo la estupenda introducción a la novela, escrita por Douglas Brinkley y Johnny Deep, nos enteramos de que esta obra estuvo inédita mucho tiempo, oculta entre los textos y canciones que dejó Woody Guthrie. Se sabe que el propio Guthrie intentó que su historia fuera adaptada al cine, pero a finales de los años 40 no corrían buenos tiempos para quienes se significaban políticamente, la caza de brujas, McCarthy, ya saben... Gracias a Brinkley, a Deep, a la fundación que dirige una de las hijas del cantante y con la ayuda de entre otros Bob Dylan, podemos disfrutar de este libro.

                                                            

Guthrie se encontraba en Pampa, Texas, el 14 de abril de 1935 cuando sobrevino el dust bowl, una descomunal tormenta de viento y arena que sacudió el panhandle, un área del norte de este estado. El desastre natural causó graves daños personales y materiales en una zona de por sí castigada por la Gran Recesión de 1929 y por una sequía de cuatro años de duración. Los supervivientes padecieron serios problemas respiratorios -la neumonía del polvo- y en la visión. En definitiva, la Madre Naturaleza se había cebado, una vez más, con los pobres de los pobres.

El recuerdo de esta desolación llevó a
Woody Guthrie a escribir Una casa de tierra. La novela tiene muy pocos personajes: el matrimonio Hamlin, Tike y Ella May, la enfermera Blanche y el anónimo inspector del Departamento de Agricultura que pide el sacrificio de reses para aumentar el precio de los productos agrícolas. A través de ellos vivimos la desesperación de los desheredados, la rebeldía ante un destino mísero teniendo todo, todo en contra. Y aun así, la alegría de vivir y de amar, como tan bien narra Guthrie en la primera parte del libro.

La novela es realmente buena, se deja leer de un tirón. Aporta el testimonio de aquellos que vagaban por la
Ruta 66 en busca del sueño californiano, de los aparceros que vivían en míseros chamizos de madera cultivando un pequeño trozo de tierra alquilado. Guthrie vivió todo esto en primera persona y nos ofrece este mundo en Una casa de tierra. Él fue una de las principales personalidades de la cultura norteamericana del siglo XX, Pete Seeger, Bob Dylan, Bruce Springsteen y Joe Strummer, entre otros, recogieron su testigo.






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