El
pasado sábado se celebró el Clásico entre el Real Madrid y
el Barcelona y como corresponde a la ocasión, hubo cientos,
miles de previos alrededor del Santiago Bernabéu y por medio
planeta, si atendemos a las cifras mundiales de audiencia que tuvo el
partido. Por previo los aficionados entendemos esa reunión social
que tiene lugar horas antes del comienzo de un partido de fútbol
y dados los horarios que tienen éstos ahora, puede celebrarse desde
la hora del aperitivo hasta la de la cena o la de las copas después
de la cena, nunca se sabe, la amabilidad, compresión y tacto de la
Liga de Fútbol Profesional hacia el socio y abonado es infinita.
El pasado sábado, como digo, muchos aficionados nos reunimos en las inmediaciones del Bernabéu. En particular, el previo al que asistí tuvo como titulares los siguientes temas: el horror de París, el estado de alarma en Bélgica, los terroristas suicidas, Isis, las medidas de seguridad desplegadas para el partido, el tiempo necesario para ocupar nuestras localidades, todos estamos expuestos a una situación así, nadie está seguro pero hay que continuar con la vida diaria... Se habló de todo menos de fútbol. A todo esto hay que sumar la llegada repentina del invierno luego del final de verano tan prolongado que se ha vivido en Madrid, a muchos nos cogió desprevenidos y estuvimos comprando papeletas para un buen catarro.
Aproximadamente una hora y media antes del partido, el autocar de los jugadores del Real Madrid llegó al estadio, este es un punto de inflexión en el previo porque aquí es donde se terminan de encender los ánimos y se crea el ambiente necesario para afrontar un partido como este. Pues bien, la bienvenida de la afición fue como poco gélida, parte de la hinchada, apremiada por las medidas de seguridad, ya se encontraba dentro del Bernabéu, el gentío que se concentró en la Plaza del Sagrado Corazón se quedó con las ganas ya que el autobús apenas se dejó ver, pasó rápidamente al aparcamiento.
Ya dentro del estadio, la fiesta y el ambiente duraron hasta el primer gol visitante, no hubo más. Este partido se ha convertido en una atracción turística más de la Capital. Por ello, el graderío está poblado en gran parte por visitantes ocasionales provistos de sus camisetas oficiales, de sus tablets y de sus cámaras de fotos. Ojo, tiene mucho mérito haber nacido muy lejos y sentirse identificado con un equipo que juega a miles de kilómetros de donde uno vive, es elogiable también que se dejen esa cantidad de dinero para venir y ver el partido in situ, pero la consecuencia de todo esto es que el Bernabéu no es el Bernabéu. El madridista de toda la vida deja sitio al turista que puede permitirse pagar una suma considerable de dinero por una entrada. Es lo que hay. El pasado sábado, nada invitaba al optimismo y así fue para el madridismo.